[La culpa es la pulpa del fruto prohibido,
sin hambre la sangre no lleva al olvido.
El cuadro de Dorian trocó en Ecce Homo,
flagela menos el por qué que el cómo].
No es un secreto,
que estoy harto de cambiar
de solo a solitario.
Tampoco quiero
tener que refutar
pasajes de mi diario.
Mi conciencia pide ser
lo que nunca fui;
mi alma pretende volver
a lo que ya viví.
Y mi voluntad de poder,
se prostituye
por caminos que esta vez
ya no le incumben.
Soy un gigante de barro con los pies de acero.
Vivo entretanto una guerra sin pedir cuartel.
Pagaré las recompensas con constante esfuerzo,
sin perderme entre las ofertas del mercado aquel.
Soy una espina egoísta
encarnada en sí misma
que susurra venenos.
Siete veces vengado,
sigo a tu lado:
somos Gea y el Cielo.
Mis dedos capturarán gemidos de tus labios,
poniendo por escrito
mieles en las brasas.
Pero perdonad mis agravios si me excito
pues mis pies no sabrán regresar a casa.
No es una excusa;
aniquilad a las Musas,
si queréis definir la razón.
Tampoco es un poema,
más bien el monotema
dictado por este pecador.
