Con Otro Color
Hermanita de la caridad
de piel y sangre del norte;
inspírame para cantar.
Aunque ya no me importes,
alguien tendrá que pagar
tus excesos de fulana de corte.
Y no me intentes timar,
todo estará a precio coste.
Trataré de cantar una canción,
costear los platos rotos
y el salario del corazón.
Quemaré todas tus fotos,
y te sacaré del caparazón.
Y aún recuerdo, no lo olvido
cuando me pedías consuelo:
"Sólo dame lo que pido,
financia mis anhelos.
Guíame, por favor,
dame calor,
arrópame con tu amor
y hazme verlo todo
con otro color."
Te lo mostré, desesperada,
en su día te enseñé,
lo que tu sibilina mirada
se negaba a ver.
Tu mente emigró a Paraguay,
detrás del chaval que te hizo daño.
Menudo pieza, si en menos de un año
ya era un indiano con Hyundai.
Pasó el océano sobre tu vida,
arrasó con su fuerza el simún.
¿Y a quién crees que le dio por quererte?
A este poeta sin suerte,
hombre sin sentido común
con dama de virtud malvendida.
Cansado ya de tus historias,
herido por tu falta de tacto.
Preso de tus armas de mujer,
cautivo de tus artes amatorias.
Idiota en concepto abstracto,
prepotente sin nada que proponer.
Ahora que no nos ata nada,
(salvo tres noches pendientes
para que no huyas enfadada)
lárgate con otra gente,
y no me devuelvas las llamadas.
Tu destino está ahí enfrente,
en la próxima parada.
Y no te desterraré de mi memoria,
siempre nos quedará un París que arde.
Y las pedidas de mano sin pena ni gloria,
y mis buenas ideas que llegaron tarde.
Y mi calidad de forastero,
guerrillero en tierra extraña.
Y tu tarjeta de presentación:
"Solo dame lo que quiero,
los poetas no engañan
ni queriendo al corazón.
Guíame, por favor,
arrúllame con tu amor.
Haz que vea mi vida,
que corre libre sin bridas,
con otro color."
