En el silencio entrecortado de la noche
el vértigo me llega y me demoro ingrávida,
liberada, como diosa del alba
para rozar lo efímero del pecado
en el aire pensado de tus besos.
Serpenteando silabas
en ese espacio místico de tu callada ausencia,
mar de cicatrices inmunes al dolor en el que te pienso,
con la pasividad de la inercia
y la ilusión de un aire de ámbar sin labios,
donde se atisba la magia infinita.
En el vóltice fugaz de los deseos
ruedan encajes áureos
sobre mi cuerpo voluptuoso,
para envilecerme de infancias robadas
en una nada disoluta y vacía.
donde me invento cada día
para seguir existiendo
sedentaria de tu aliento,
Cuando la melancolía me delata
bebiéndome el humo de los sueños
en medio de esos silencios que se escapan
entre sombras borrachas indiscretas.
Donde las esquinas duermen el último suspiro
y la tristeza dejó rasguñada la esperanza,
ya no queda más después del que se fue,
cabalgando distancias insuperables
contra la espiral de tu certera existencia.
Doris Melo . Enero 2011
En el libro: Rasgando la memoria.
