TusTextos

No Me Quieras Tanto


Me pidió por favor una y otra vez
que no la quisiera tanto. Que la agobiaban
mis llamadas, mis regalos, mis caricias.
De tanto repetírmelo me entristeció y le
hice caso y dejé de quererla tanto.
Solo la llamaba si era necesario y
siempre un par de minutos solamente.
Aprendí duramente a no poder ni tocarla. En el día de
su cumpleaños le regalé un libro de
plantas de interior y una postal con la palabra
Felicidades.
Realmente todo iba mejor, aunque apenas
nos veíamos. Yo seguía queriéndola pero
por costumbre. Siempre la había querido y
me sentía cómodo viviendo sin reproches.
Un día me confesó entre lágrimas de verdad que
ya no podía más, que sus días y sus noches eran
un escándalo de sufrimiento por nuestro amor.
Que había adelgazado y no tenía fuerzas para nada.
Que me necesitaba.
La escuché sin decir una palabra y se fue.
Me quedé de pie,
solo y en silencio una media hora,
en el mismo lugar en que me lo dijo.
Apagué el móvil, dejé de hacerme preguntas
y me volví a casa de mis padres.
Recuerdo que era sábado y veían un debate político
¿Todo bien, hijo?.
Dudé: creo que sí, mamá.
Les di las buenas noches y me fui a la cama.
Estaba tan cansado.
Manuramos07 de diciembre de 2016

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