Quisiera ignorar lo que es amar,
para no recordarte
tampoco envolverme en ese remolino que traen tus recuerdos
y tu presencia difusa...
para no tener que taparme la boca
ante el impulso de gritar que te quiero...
y menos aún, morderme los labios
al decirlo con voz imperceptible,
para que nadie más escuche
solo una confirmación...
entre mi alma y yo.
No pasa nada,
pero siento la lluvia timida de la ciudad sobre el rostro
tus recuerdos se asoman
y se abren paso por sobre esa sensación...
y me duele el lugar que ocupaba mi corazón amputado
como si aún siguiera ahí.
'No pasa nada, todo va a estar bien'.
Mientras miro este agujero en mi pecho.
Nos parecía raro encontrar a alguien que se diera cuenta de esos pequeños detalles diarios,
totalmente increíble.
Lo triste que podia ser la lluvia acompañada del vaho de nuestro aliento
y tan encantador a la vez.
Ya no estar sola... estar acompañada,
oyendo un latido compartido
y sonreir otra vez sin dolor.
Aún esas gotas caen sin mesura dentro de mí...
lo que nunca fue,
lo que pudo ser,
lo que probablemente nunca será.
Re-busco en mi billetera pequeños retazos de un 'nos'
y no tarda en llegar un suspiro...
re-paso imágenes de amantes conocidos
y aún por conocer,
trozos de ti que despiertan
y me miran con afán de reproche.
Me balanceo entre el seguir anestesiada y quedarme prendida de tu sonrisa.
- ¿Estás bien?
- No pasa nada.
Muy bueno Mariella. Con gran estilo literario has narrado una perplejidad asombrosa en este sentido amatorio que es la vida de las presencias y las ausencia. !Qu? bonito!. Mucho arte...