Donde las calle confluyen, por las noches son moradas, posadas de un comercio que la luz de una farola testifica, la carne se vende, pero también la vergüenza, a veces a precio de saldo, se oyen gemidos, mientras que por la ventanilla, el triste destino escupe el semen de un hombre que no lo es.
Todos los días sale el sol y el agua lo borra todo, hasta que la luz chivata de las farolas, una noche noche más, como la celestina, alcahueta cuenta su sórdido cuento.