Hoy se siente abandonada, un punto en el infinito, un ente invisible. Como dormida en un profundo e inmenso letargo que cubre de negra gasa su ser. Reconoce sus manos, su cuerpo
, fantasmagóricos para otros. Es un punto entre dos mundos: el real y el de la transparencia.
Susurra sin ser oída. No se lamenta. El aullar del infinito apaga su voz y la vida de sus células.
Es hora de recomponer hacia adentro, de superar la insoportable niebla que nubla los sentidos, de dejar de soñar
No puede, la fuerza y la energía ceden. Nadie socorre su llamada inaudible.
La desesperanza de la no existencia acumula, en ella, más tules opacos que ciegan el ánimo y el respeto de los demás.
El calor del sol al mediodía la alcanza, las telas negras abrasan su cuerpo, y le oprimen el pecho
Sus pulmones no respiran.
Camina entre la gente, se golpea con los demás
, nadie se vuelve. Es un obstáculo inexistente.
O quizá responden con la indiferencia que provoca un golpe de aire.
Se cree minúscula, asustada, atacada, ultrajada y violada
En el exterior no hay respuesta.
Una burbuja la rodea y aplasta en su cada vez más viciado aire.
Hoy pasará aunque se sienta privada de su espacio vital, desprotegida, dolorida, sola y abandonada en este mundo insensible y cruel.
¿Y mañana?