Los seres marinos siempre nos sentimos refugiados por el mar, encontramos la calma entre sus olas y nos gusta que la brisa marina acaricie nuestra piel, somos descendientes de Atlantis, una civilización perdida en lo más hondo del océano, pero que en la antigüedad fue una isla admirada por su riqueza.
Vivo en el centro de la península, pero no podría vivir sin el mar, soy descendiente de una estirpe marina y por eso siempre que puedo, vuelvo a la costa y al contemplar la inmensidad azul, disfrutar la rumorosidad de las olas y oler el perfume del salitre, siento que estoy de nuevo en casa y mi alma se inunda de paz.
Un saludo.
07/05/20 01:05
Todo un lujo tener el mar cerca, sentir todo lo que trasmite, su sana cercanía. Lo extraño.
Buen texto Mari, un abrazo.
10/05/20 07:05