La vida es un lienzo en blanco, trazamos paisajes, momentos extraños, hacemos borrones de lugares lejanos.
Allá, al fondo del paisaje pintado, se encuentra una niña al lado de un árbol, se mira a sí misma e inventa en las nubes colores, animales y el príncipe de sus sueños en sus brazos.
Juega con sus cabellos dorados, imaginando risas, paseos en caballo, palabras amables, banquetes ansiados, trajes de princesa con brillantes en cada lado, joyas de lujo y sus labios pintados.
La niña deja sus cabellos al viento y mira hacia el otro lado, ya no kiere jugar ni imaginar parajes pintados, solo ve nubes oscuras y llantos desenfrenados. La batalla ha comenzado.
Gritos latentes, sangre en sus manos, dónde quedó el príncipe de sus cuentos ansiado, ahora sólo ve niños con el rostro descolocado. El hambre se refleja en sus huesos, en sus vientres desinflados.
Sus ojos expresan el miedo, ellos si que soñaron con paisajes lejanos, con grandes banquetes y el calor de un abrazo, una sonrisa bajo la luz de un mañana esperado