Tu indiferencia ante mis anhelos de hacerte sentir extraordinaria, y ante mis actos que llevan el tierno deseo de quedarme en tu memoria, me contagia, y comienza a inhibir el andar de mis sentimientos.
Con tu indiferencia, pierdo el sabor de la empatía ante las miradas alegres, encuentro irrelevantes las buenas acciones, comienzo a creer que la inocencia es propia de los insensatos y la fe es compañera de los que viven fuera de esta realidad atormentada.
Con tu indiferencia, mi tiempo se enrarece, mi mente viaja a rincones baldíos, siento la necesidad de cuestionar lo incuestionable.
Con tu indiferencia pierdo el equilibrio, me caigo, me aparto, me convierto en un despojo de ilusiones.
Quisiera que algún día, mi indiferencia se encontrara con tu indiferencia, y al encontrarse se desvanecieran juntas, en el suspiro de un recuerdo.
Mientras esperamos, yo continuare exaltando tu magnífica presencia, que me alivia y que me daña.
