LA PALABRA COMO CENIT
La palabra es el cencerro
el argumento esencial de la propia novela
es el cristal oscuro
donde se desvanecen los sonidos de la noche
es el soldado incauto, cándido
la insuficiente dama del otoño
aquella que ve caer las hojas sin viento...
la palabra para intentar ser
lo que ha sido y no ha podido seguir siendo
porque en lugar de seguir caminando
se fué para arriba...
como la prisa metálica de los transeúntes
llevando al eterno reencuentro
con los años que pasaron
la palabra, estableciendo prioridades
como argamasa, casquillo del recuerdo
es fusión de catedral con puerto
es barco caminando despacio
bajo la mirada atónita de aquel lucero
la palabra como ayuntamiento legal
disparándose desde el vaso de vino
para volver a la botella
brotandole vocales que emergen como ojos
es desfiladero, es fila
es algo primigenio, natural, cierto
instrumento de lo que sirve
en este proceso alquímico
donde lo verdadero hace sustancia
que se mezcla con la fragancia
la palabra, como primavera decapitada por la lluvia
increspada en el rito de la sangre
huele a silencio, también a chasquido
la palabra, siempre la palabra...
a modo de caballo arrastrando el carro
verbalizando sus quimeras
improvisando sueños como flores de viento
palabras que huelen a Jacintos
a veces, a pieza adherida a la nostalgia
la palabra que se presenta en el plato
que uno mira y la deglute con urgencia
no sabiendo si las imágenes van primero a la palabra
o si ambas caminan juntas, por el desfiladero de la boca
el cuchillo de la nada afila los azules
y siempre la palabra...
como ventana cerebral
mirando como van pasando las imágenes
como marchan los silencios
encolumnados junto a todos los abriles
sin nudos en el pecho
esencias que conjugan imágenes en palabras
pero detrás de todo esto
la palabra, como alquimia
para que estallen los silencios...