Tres precipicios han revivido
parte de la exquisita sombra
que viene a morir día a día en
las delicadas mesuras del karma .
Son algo agresivas , vacías y somnolientas,
pero en sí solo pretenden abandonar
la tortuosa raíz de la que desprender
sus inanimados alientos .
No por nada las últimos cadáveres
del Otoño se han convertido cuidadosamente
en filosas brisas que posan su afán
de interminable hielo sobre mis manos heridas.
Entonces por entre mi caminar de manicomnio herido
se cruzan las precipitadas montañas :
Las inalcanzables alturas de la electricidad y su orbe .
vienen a estrellarse en mi vista perdida .
En ese profundo punto ,
en aquel único segundo de existencia
algo renace en su eje fantasma
y me recuerda que sigo inabordablemente solo .