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Gente que Vive de Otras Maneras

Alberto podia ver el futuro. A primera vista parece algo mas o menos deseable, pero la trampa estaba en que lo único que podia ver era el porvenir. El no podia ver el pasado. Su pasado estaba tan velado para el como para nosotros nuestro futuro. Como nosotros no sabemos el dia que vamos a morir, Alberto no sabia cuando habia nacido. No sabia a que escuela habia ido, ni donde habia estado ayer. Ni siquiera sabia como era su cara cuando era chico. En cambio, si sabia quien seria de viejo, cuando lo iban a despedir de su trabajo y que en 10 años por un numero no iba a ganar la loteria.

Cuando se levantaba a la mañana, tampoco sabia quien era. Por suerte sabia que su esposa lo recibiria con un beso y le diria Buenos dias Alberto dormiste bien? Por logica deduccion su nombre seria ese. Tambien sabia que ese sabado pagaría con su tarjeta de credito en un comercio y veria que en su documento figuraría su nombre completo. Y que durante toda su vida responderia al nombre de Alberto y firmaria como Alberto Manfredi. No cabian dudas de su nombre. Tampoco se acordaba como era su rostro, pero sí sabia que se miraría al espejo antes de desayunar.

El veía para adelante, recordaba lo que todavía no pasó.

Esta condición excepcional que él tenía en realidad no le servía de nada, no podía sacar ningún provecho, más bien al contrario, porque no podía modificar ningún acontecimiento, no podia corregir ninguna futura mala decisión. Tenía que andar por un camino ya marcado, sin desviarse en lo más mínimo. Recordaba que el próximo mes iba a chocar con su auto de camino al trabajo. Sabía que sería su culpa por pasarse un semáforo en rojo. Pero no podría evitarlo. Tenía que hacerlo. Cumplía al pie de la letra con lo que estaba escrito en el libro del Destino.

Cuando era joven, su mente estaba llena de los recuerdos de toda su vida futura, de toda la experiencia de los años por venir. Era increíblemente sabio en esa época. Por supuesto que actuaba como un adolescente, no tenía otro remedio, pero por dentro sospechaba que no todos eran como el. Pensó que quizá algo tenía que ver el extraño tumor que los médicos hallarían en su cabeza 60 años después.

También empezó a sospechar que vivía una vida que ya había sido vivida por alguien, otra persona, y que el sólo recorría el mismo camino sin posibilidad de desvíos o elecciones, como la púa de un tocadiscos que recorre el surco del disco.

Este pensamiento lo acompañó durante un tiempo, pero con el paso de los años, fue olvidando su pasado, sus experiencias, y fue olvidando las ideas que tuvo alguna vez. Cada vez su pasado se hacía mas grande, y su porvenir más escaso. Olvido su infancia y su adolescencia, y a medida q se iba haciendo viejo, olvido casi toda su vida.

Muchos años después, olvido su nombre un día y nunca más supo como se llamaba. Porque toda su familia le diria Abuelo, y los demás le dirian señor, o algún chico insolente le gritaria viejo. Pero nadie lo iba a llama nunca mas por su nombre. En su futuro ya no estaba su nombre, y su futuro era lo único que Alberto podía recordar.

Alberto Manfredi murió viejo, en un hospital, rodeado de su familia, adolorido despues de luchar varias semanas contra un tumor en su cerebro. Los médicos estaban perplejos, nunca habían visto algo de ese tamaño, con esa forma y en ese lugar. Pero como el paciente era muy viejo, no se preocuparon demasiado.

En sus últimos momentos, su mente estaba casi vacía. No tenia, nunca tuvo en realidad, recuerdos del pasado, y le quedaba casi nada por delante. La última vez en su vida que sintió dolor, fue cuando el médico le administró su última dosis de calmantes. Despues de eso olvido el significado del sufrimiento.

Toda su vida fue como un reloj de arena sin fondo, donde cada grano de arena que pasaba por el fino cuello, iba cayendo inexorablemente en el vacío, desaparecía sin rastro. Al final, sólo quedaba un ultimo grano de arena por caer, un pequeño granito que lo acompañó desde su infancia, un recuerdo del futuro que siempre estuvo con el. Lo último que vivió, el ultimo pensamiento que tuvo, el ultimo recuerdo que se negó abandonarlo, el ultimo grano de arena que tenía su reloj, fue más bien una sensación. Fue el sentir un mano cálida, firme y temblorosa a la vez, apretando fuertemente la suya, acompañándolo, no sabia de quién era, sólo sentía su tacto, su presencia, y su calor.
Nicokramar29 de noviembre de 2017

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4 Comentarios

  • Chay

    Hay muchas personas que sufren por ser así,por ver lo que no quieren ver,y a veces callan para que no se les tache de locos......Un relato realmente emotivo...Me gustó...Saludos,Nico.

    29/11/17 11:11

  • Nicokramar

    Muchas gracias!

    30/11/17 12:11

  • Remi

    Muy buena tu historia Nico, llena de originalidad.
    Un saludo.

    03/12/17 07:12

  • Nicokramar

    Gracias! Recién empiezo escribir agradezco cualquier consejo o apreciación.

    03/12/17 10:12

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