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Inmersión En la Era Digital

Hubo un momento en mi vida en que me vi desbordado. Me sumergí en la vida digital como quien se tira por primera vez a un piscina. Sin que nadie me enseñara en que antes hay que tomar aire y es imprescindible saber nadar, navegar o sepa dios los que hacemos por aquí. Entre Nicks, alias, mentiras, verdades, vidas paralelas, haciéndonos los listos o los tontos o lo que la ocasión requiera. En fin, que en cada habitación que entraba, creo, era un tipo diferente, pero coño, para poder pasar a descubrir el mundo que albergan en su interior, la mayoría infinitos, ya sea de música, escritura, fotografía, amistades, cualquier deporte, citas, viajes, cine, lectura, pornografía, etc., etc., etc. así hasta lo interminable.

En algunas he perdido o ganado tantas horas y descubierto tantas cosas nuevas incapaz de realizar que asusta. Y no quiero entrar en definir en cuales. Necesitaba una contraseña. Una contraseña para cada puerta del nuevo mundo. Y fue en ese momento en el que me sentí desbordado, de contraseñas, de información, de mentiras; no se puede correr tanto una sola mujer con un solo hombre y no se puede estar ten bien dotado o eso es mentira, o soy un amante fatal, en definitiva, ya lo que iba. Una tarde, me senté a meditar a ver como asimilar todo eso y empecé tomando una decisión: Todos esos números de teléfono que antes de tener móvil debías aprenderte, el de casa abuela, el de tu casa, el del vecino por si pasaba algo, el del tío, la tía, todos los amigos, el colegio, el trabajo del padre, la madre y todos los demás, los utilizaría para contraseñas. En lo demás me fui deslizando como puede.

¡Joder! Que lío si el de la abuela era el de instagram, la tía de Facebook o la página de contactos. El de Luis de la de lectura y el de la pepa el de la web de música. En conclusión, que los teléfonos que nos hicieron aprender no han servido para nada des de hace millones de años.

Igual que ese primer amor que nunca fue, que para lo único que le damos utilidad, es en esas circunstancias en las que la relación tiembla porque a veces tiemblan como si fueran sacudidas por un terremoto, te preguntas: ¿Cómo estaría hoy con ese primer amor?
Niebla05 de junio de 2018

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