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Corto Relato...

Al amanecer, el viento sopló entre las alcantarillas como un ladrón suelto en el asfalto; las esquinas quedaron impregnadas del aroma amargo de la esencia de los granos de café. El silencio inquietante entre las aceras, chorreaban ante el vacío infernal que los espejos mostraban como siluetas regocijantes de gloria.

Todo el silencio había callado a las miles de mentes que hoy dormían entre la vida y la muerte.

Entre pasos cortados por el grito de la consciencia, ella deambula entre los callejones inertes, las verdades quedaban adosadas a las paredes, como afiches de un pasado que se vislumbra ante su mirada. Sus pupilas llenas de miedo, se mueven incesante al sonido de los latidos de su corazón. Estaba sola en aquellas horas.

Es imposible de imaginar, como los lóbulos cerebrales juegan con tus palabras ante el juez.

- Pues sí yo cometí el asesinato (dijo ella, una mañana del 13 de abril del 2001).

Las palabras al salir de sus labios, hicieron exclamar los más leves y chirriantes sonidos entre la sala del jurado.

Condenada a una verdad que gritaba a cántaros, salir de los ventrículos cardíacos.


Miles de veces Verónica Cristina, le dejó muy en claro la necesidad de comprar un revólver que no sonara entre la oscuridad nocturna. Más de una vez, sentada en el comedor de la casa, comiendo pasta fría con carne aún más, le avisó entre susurros que debía acabar con los golpes de su esposo.

- no te dejes pegar más, reviéntale los sesos de un solo disparo (habló violentamente)
- nunca haré eso (decía ella), no soy tan mala como tú.

Y ahí quedaba el diálogo friolento entre las dos mujeres.


Violencia…siempre hablamos de violencia, siempre hablamos de desamor, siempre hablamos de desdicha, siempre hablamos de muerte, siempre hablamos de cadáveres, siempre hablamos de obscuridad, siempre hablamos de nada…siempre hablamos de todo.

Precisamente este es el lema del retazo corto de un pensamiento sacado de un cerebro volátil y descuadrado que los barrotes de una cárcel transformaron en soledad. Ella estaba viva, ella no era culpable de aquellos hechos, ella no había apuntado la pistola 9 milímetros en la sien de su esposo. Ella no gritaba en las noches, ella no lloraba en las mañanas, ella no vomitaba a la hora del almuerzo.

Ella nunca decía la verdad, así la tuviera frente a sus ojos.


La culpa era de Verónica Cristina, pues fue ella la que convirtió el efímero y remonto pensamiento de ella, en una verdad palpable y carente de sentido.

- condenada a 60 años de cárcel por homicidio intencional (había dicho la juez).

Y así fue…y así ella rompió en llanto.

- por lo menos acabaste con el amor de él. Y con tu deseo de matarlo también.

Su amiga tenía razón. Ella llevaba ya 30 años en la cárcel, pero sonreía feliz ante el acto cometido.

Mientras que Verónica Cristina, corría entre los callejones muerta de miedo, con una libertad a cuesta, pero con una mentira disfrazada de inocencia.


- el día de hoy prometo rezar por mis pecados (dijo entre los barrotes)
- que así sea hija… (escuchó al fondo).

Corta existencia…
Larga mentira…
Sonadas palabras…
Entre silencios incesantes…
Miradas que ayer se esfumaron…
Vuelven a nuestra consciencia…
Hoy se van…
Mañana vuelven…
El martes ella asesina…
El miércoles ella confiesa…
El viernes ella sonríe…
El sábado todo se ha esfumado…


Nigth1430 de marzo de 2009

3 Comentarios

  • Ateo

    muy buen relato corto y contundente.

    30/03/09 12:03

  • A3

    Que bien utilizas la ironia...porque lo del titulo es ironia,no?
    Es broma...esta bien el relato "corto".

    (gracias por tus palabras)

    01/04/09 05:04

  • Nigth14

    jajajajaja pues s?i la iron?a es parte de mi vida .)

    saludos!!!

    02/04/09 12:04

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