Con la experiencia, y por tanto con la edad, la intensidad de los sentimientos se va rebajando. Ya no se siente el Big Bang en cada momento. Eso me da mucho miedo.
¿Quiere decir que llegará un día en el que no sentiré nada? Puede que ése sea el motivo por el que muchas personas se obsesionan con volver o con permanecer en el pasado, en la juventud. Porque en aquella época, a pesar de los problemas provocados por la inexperiencia, todo era nuevo y tenía mejor sabor. Ahora a todo tenemos que echarle tres cucharadas de azúcar o de sal para percibir algo. Parece que los años, el paso del tiempo, los hechos ya vividos, nos anestesian. Y qué sueño tan profundo nos provocan; cómo arrancarnos de él. Ya no me tiemblan las piernas cuando alguien se acerca a mis labios; y tampoco siento miedo. Antes, mi cerebro sufría y se apagaba inmediatamente ante ese gesto. Nunca me daba tiempo para pensar, todo era superficial, muchas veces insignificante. Con los años he ganado agilidad mental; ahora, por rápido que sea, siempre tengo tiempo para decidir si aquello es lo que quiero o no. Mi tiempo de reacción ha mejorado, eso no se si es bueno o malo.
Hay tantos besos que no recuerdo porque no significaron nada
