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El Columpio

La última mañana que pasó con ella, el viento se movía sin brusquedad. Acariciaba la hierba, ayudaba a viajar a las hojas, que experimentaban vuelos a tierras desconocidas. La vecina regaba sus flores, con el mimo de una madre. Quizás el no haber tenido hijos hizo que su trato hacia todo lo que le rodeaba fuese afable y afectuoso.
Las dos corrían, rodeando la higuera, situada en el centro del jardín, majestuosa, madre de una buena sombra. Más de una tarde se habían tumbado en su regazo a leer cuentos, o a revolcarse entre las flores, manchándose las faldas de tierra y el alma de júbilo.
Aquella mañana de marzo, madre e hija disfrutaban del calor del sol, que se colaba por las ventanas y calentaba las estancias de la casa. La casa, ese palacio de no muy grandes dimensiones. El hogar de pajarillos de colores, que habían sido curados de alguna herida en las alas, de perros sin rumbo que se resguardaban del frío del invierno. La morada de animales que jugaban con Beatriz en las tardes de lluvia, cuando ningún libro conseguía cautivarla.
Esa mañana la niña había estado en la guardilla, pintando algún retrato de Fausto, el perro del que tanto se encariñó y acabó adoptando. Tampoco tenía familia, y no lo iba a abandonar a su surte. Alba, su madre, le hizo a una visita a su cueva, el lugar mágico de los sueños y los duendes imaginarios. Pronto bajaron al patio, y se columpiaron durante un buen rato. Luego se tumbaron en la yerba. Alba miraba a su hija y le dijo: "¿Sabes que te quiero mucho, verdad, Beatriz?
Beatriz sonrió y asintió.
Un mes después el columpio había dejado de balancearse. Una terrible infección se la había llevado por delante. Las risas ya no inundaban la casa. La luz ya no pintaba de colores los muebles.
Se había ido, terriblemente, dejándola a ella desolada.
Se sentó en el columpio, y miró a su lado. No entendía por qué le tenía que pasar eso a ella.
Porque no se puede entender el dolor de una madre al perder un vástago.
Oliviaferrer22 de octubre de 2017

4 Recomendaciones

7 Comentarios

  • Chay

    Joder,Olivia,terrible historia que rompe el alma...Lo más horrible que le puede suceder a una madre....Gran texto,aunque triste.Un saludo.

    22/10/17 05:10

  • Oliviaferrer

    Sí, sin duda perder a un hijo es lo pero que le puede pasar a una madre.
    Saludos.

    22/10/17 06:10

  • Raul_amon

    Vaya, que pena de final para madre e hija. Es triste perder a alguien a quien quieres, cuanto más a una hija.
    Un beso.

    22/10/17 06:10

  • Polaris

    Texto inmenso, la tristeza del mismo lo hace más grande.

    Te felicito.

    Pol.

    22/10/17 07:10

  • Oliviaferrer

    Debe ser triste perder a un padre o a una madre, pero perder a un hijo debe ser aún más terrible. Lo que los padres deben pensar es que ellos morirán antes que sus hijos, y cuando no es así se sufre mucho.
    Un beso, Raúl.

    22/10/17 08:10

  • Buitrago

    Muy crudo, eso quiere decir que se hace sentir, o sea, muy bien.
    saludos

    Antonio

    24/10/17 07:10

  • Oliviaferrer

    Gracias por tu comentario, Antonio.
    Un saludo.

    24/10/17 07:10

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