Ciertas inundaciones huecas, de polvo barato.
Taladran el aire como espantapájaros con cierras,
En sopor de anonimato derretido como oculto hierro
Sobre la interfaz de fantasmas y pescados.
Como río sureño que del norte es empujado
Y levanta su voz ajetreada de feria,
Me veo arrastrado a él.
Rompe el encinto que sostenía neutro al ruido,
De crujirles el saludo en sus huesos
A rellenar los vacíos con desanimado fango,
El río. Y yo. El rió y sus cuarenta aletas.
El río rió con sus cuarenta bocas. Y yo.
Tango de invierno y sus violines pálidos
Tengo un invierno y sus violines azotados,
Como fuga de cuarzo enraizado
En las cuerdas de seda sacada de los perros,
Tengo un invierno que suena como tango.
La nostalgia ha vuelto y es novia con marido
Ha vuelto sabiendo que posee al pasado como un juego;
Por tanto lo lanza,
Como jabalina que diluye al salino olvido
Y me deja como las espinas que crean derivas,
Chupando un llanto que viene de abajo.