La desgracia frente a tus ojos es tibia, es una olla a medio hervir
el agua burbujea pero no como un saltamontes incendiario
hace gracia en el aire como una bala equivoca al cuerpo,
entonces tu recuerdo espeso se hace vida entre la vida
tiene su propia manera de decirme que: mantente lejos de mí.
Donde se expropian las almas con un beso que sabe ha vagado
donde se acaba el día sin motivo para una despedida.
Un limbo que tiene por bordes a la orilla y al mar
esquinas que de postes hacen raíces desde el cielo
los recovecos han sido suprimido,
puesto que los vacíos prestan ayuda en cualquier parte;
quien conoce que hay tras una esquina
tampoco es capaz de atravesarla,
los pies se congelan la ropa se pega a la piel
comienzan a nacer costras en los ojos,
una enfermedad que me hace cobarde.
Me escondo de la luz como también de las sombras
han roto todas las murallas la privacidad corre desesperada.
En la ciudad hay más estatuas que personas como tú
frágil como un cuarzo de aire o las palabras hechas por el agua
sabes apreciar la nostalgia como un estado puro de nobleza,
cuando te abrazo pienso que te estás diluyendo
el miedo se une a mis manos
te abrazo fuerte para enfriarte y que no te deshagas
que abriría los ríos buscando tu esencia.
Ante ti la desgracia son libros releídos con lente o sin lente
lecturas que hablan por si mismas de personajes de sal y hielo
pájaros de hojas repartiendo letras con su plumaje desgastado,
que albergan los versos más amargos en sus alas de montaje
de soledad superpuesta que hace aparecer al cerro más seco
una sonrisa de roca de norte a norte de tierra a tierra.
