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La Noche Buena En El Hospital. 16 de enero de 2024
por persefoneurana
No he publicado antes este escrito para no dar pena ni a nadie ni a mi misma.
El veintitrés de diciembre en el hospital hay mucho barullo hasta las ocho de la tarde, a partir de esa hora el murmullo cesa todo vuelve la iconoclasia real de un hospital.
El murmullo cesa, el turno de tarde ha pactado irse una hora antes a la absurda realidad que tenemos como vida.
Cenarán, comerán y beberán como si no hubiera un mañana, que lo habrá, donde volverán a ingerir y musitar las misma estupideces.
Yo también fui así, cené muchas navidades dentro y fuera de mi familia y nunca encontré nada que no fuera diferente a otro día.
Tal vez porque muchas navidades las pase solo fuera de mi país donde la navidad no significa nada.
Esta navidad me ha traído un regalo, una subida de plaquetas y la promesa de la doctora Andrea que podría salir a un pequeño balcón a respirar aire puro de Madrid.
Llevo mucho tiempo sin fumar en el hospital pero le he pedido que me deje fumar unos cigarros y que me deje beber una cerveza, me gusta la cerveza Qilmes, es argentina, la doctora me consiguió seis no sé dónde.
Arriba en azotea de un alto hospital se escucha el ruido de la ciudad y este creo que es el único milagro de la navidad, durante un breve espacio de tiempo la ciudad parece callar.
Llegó el turno de noche y me dieron mi medicación, pedí mi promesa, me quitaron el tubo del suero y quedé liberado de la mano derecha.
Milagros, una enfermera que no quiere jubilarse me dijo que subiría conmigo, no quiere jubilarse porque no tiene nada más en su vida que su trabajo.
Al abrir la puerta siento el aire en mi cara, es frío sí pero su contacto con mi piel me hace casi llorar de alegría, ya ves una cosa tan insignificante que no sabemos apreciar es el mayor regalo de un condenado a muerte.
Milagros me tapa bien con unas mantas, no quiere que coja frío ella se enciende un cigarrillo, fuma unos cigarros finitos franceses, yo siempre he fumado marboro largo, con su candela enciendo mi pitillo y ambas compartimos cervezas.
No hay mucho más que contar, no hace falta ser retórico, poneros en mi piel, en el día, en la hora, la cerveza y el cigarrillo.
Que poco hace falta para ser feliz.
Miro una vez más el cielo de Madrid y riéndome de mí misma pienso que de Madrid al cielo.
No sé porque mi cuerpo se aferra a este mundo cuando mi mente lo quiere abandonar, tal vez por esas pequeñas cosas sin importancia.
Noche del veintitrés de diciembre de 2023, Milagros me llevo al nido de las enfermeras, todas estaban contentas, hacían videollamadas a sus familiares, sonaba un timbre de una mujer anciana, Ana cargo una jeringuilla con haroperidol y continuó la fiesta, turrón, bombones, cava etc…
Quise abandonar la sala pero no quería meterme en la cama, Ana subió esta vez conmigo, compartimos cerveza y cigarrillos y música de los 80 que puso en su móvil, hablamos…
Me pregunto si tenia miedo a morir, le dije que no, de hecho le espeté que me quiero ir cuando antes mejor, está mi vida fue una mierda antes y lo es ahora.
Puso una canción de China Crisis, Wishfull Thinking, y se sentó en mis piernas, me acarició y me dio un beso en la mejilla.
Lo agradecí y me puse a llorar, esa canción tiene la capacidad de atravesarme el corazón.
Sin más que contar volví a mi cama, en Navidad vendrían a verme la familia, pero yo no quiero que me vea nadie, me recuerdan lo que nunca más podré hacer.
En un hospital te puedes encontrar la apatía, la muerte y un beso que te haga sentir que estás viva.
La Nochebuena te encuentra a ti mismo, a tus verdaderas circunstancias, tú miedo, encuentras el verdadero amor que hayas sembrado, la muerte no te exime de nada.
El triptizol comienza a hacer efecto y lo último que recuerdo es la voz de Ana preguntado me cómo me encuentro.
Amanece en Madrid y las chicas de la mañana te toman las constantes, te tren el desayuno y un trozo de tarta que sobró anoche.
Me asomo a la ventana y veo a la chica de ayer, jugando a ser mayor, demasiado tarde para soñar despierta.

La muerte le pregunta a la vida:La vida responde:

El amor nunca muere de muerte natural. Muere porque no sabemos cómo reponer su fuente. Muere de ceguera y errores y traiciones. Muere de enfermedad y heridas; muere de cansancio, de marchiteces, de mancha.

En la Navidad hay dolor. como en cualquier parte del año.

Regocijaos en vuestra juventud, la vida es efímera y corta, no voy a hacer una soflama la muerte nos sonríe a todos, todo lo que podemos hacer es devolverle la sonrisa.

Vivir sin más, no hay excusas para no hacerlo.

Ya es 2024, pensé que no llegaría hasta aquí pero aquí sigo aferrándome a la vida, después de esto no hay nada, yo he vivido
mi vida, no me gusta dar consejos pero deberían vivir la suya, no esperen ha cumplir sus sueños, un día pueden estar en mi situación.

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