Angustia
Hay una ansiedad corta y vaga,
tan afilada como un lanceta
y donde la invalidez posee el contrato de la heredad,
una zozobra de exhalaciones,
en cesación de sumideros,
sujetos y ceñidos,
como sabandijas,
tal sino de liendres exactos con sus zancas atajadas,
un desasosiego en que el hálito se asfixia y se escinde redivivo, desbastándose.
No acabe nada que no le ataña, germina de su conveniente anhelo.
Es la esterilidad del atributo, una evasión de arrojo quimérico,
una lacra del credo de la existencia.
Tacha la impaciencia de lo tóxico ocupa otro viso,
no asume esta decadencia abstrusa y expedita,
esta extraordinaria laguna decadente.
La percibo crecida de rimbombancias y grutas,
de marañas reculadas; crecida de jergas de pasión verbosas,
de fanales espirituales en ejercicio y del estallido de una centella velado en la veleidad.
Más vislumbro a la sazón el espíritu bien equidistante y sin requisa partitivo en lo inmortal,
y movedizo como señal que es.
Imagino la esencia que profesa,
y que en orden querella y confiere venia,
y imagina rodar a sus idiomas en indivisas trayectorias,
repiten sus cromosomas y ellos mismos, se aniquilan.
Es ineludible conocer el testimonio ofuscación destejida,
la nada que ya no tiene miembro.
La nada del testante tiene en sí como la grafía de un anverso que delibera,
que ha dispuesto el área del hoyo fuliginoso.
Yo existo departiendo de la distancia de abertura,
de una no sino del desconsuelo impávido y sin efigies,
sin trastornos que se revela como un golpe inefable de frustraciones.