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**********no Hay Camino al ParaÍso**********[ Texto Conjunto Entre Adrielegance y Polaris]

NO HAY CAMINO AL PARAÍSO






Yo existía tranquilo en un figón de la Gran vía. Estaba próxima la hora de las brujas, esa hora donde todas las mujeres maléficas se pintan la cara y se atavían con su disfraz zaino, y se enfundan en sus escobas en busca de víctimas para colocar grilletes a los hombres incautos y que estos fabriques lo que las brujas, más desean, un castillo, descendencia y la muerte del estúpido.


Estaba en mi acostumbrada fase de anarquía. Me explico, uno desvaría porque desearía apretar el botón de la bomba de neutrones, esa que deja los edificios intactos, pero que mata a todo bicho viviente, era ya algo más que el producto del alcohol, al ver a las mujeres pasear los perros deseaba su aniquilación, deseaba la muerte de todo lo que me rodeaba, la nauseabunda mierda que se estremecía ante mí, me causaba nauseas, toda aquella mentira que circundaba a mi alrededor era insoportable.


Definitivamente, lo único que puedes hacer en ese estado es irte, sólo puedes caminar y bajar la cabeza, cerrar tu nariz, para no quedar atontado, totalmente, y que la mierda no acabe alcanzándote, solo puedes huir por la vía más rápida, el metro, y confundirte en esa selva subterránea, donde todo el mundo deambula sin rumbo fijo, peor que eso, corren como si le fuera la vida en ello, o les persiguiera la muerte.


Y allí sentado yo, en aquella silla de aquel vagón, con toda aquella fauna, niñas pintadas como fulanas, hombres respetables que sus ojos destellaban sus miserias incestuosas, octogenarias que no podían disimular con su olor a perfume barato que ya estaban muertas.


Un vagón es como un río, lleva toda clase de maleza hacia el mar, e irreversiblemente
el mar que es inmenso y ácido, hace que su salitre, el parangón de todo Lucifer que se precie.
Las paradas detenían el vagón, y cada marcha de unos, venían otras historias de humanos
que caminaban por una senda muerta, no lo sabían, porque nunca se habían detenido a pensar, solo obedecían, obedecían y obedecían, era mejor eso, que sentirse borracho y juzgado como una piltrafa por la sociedad, el qué dirán, era la medalla que llevaban al cuello en aras, a un sociedad a la que contribuían con sus balidos de cordero, y aunque sabían de su muerte, creían que era mejor morir como manada que como alimaña descarriada.
Esta noche estaba lucido, y empecé a caminar por las calles, el sonido de las sirenas interrumpía mis pensamientos, las mismas putas, los mismos chaperos, los mismos camellos volvían a cruzarse de camino a casa.
Volver a casa, a la guarida, sentado en la cama con la gabardina puesta aun, fumaba un cigarro, miré en la cajetilla, y, por un momento pensé:

Qué asco, poseen tu alma, hasta velan por ella, para que no la mates, para que produzcas y los potentados no pierdan a sus esclavos.




Fumar es perjudicial para la salud



Vivir es lo que te mata.

Y qué hacer cuando lo único que parece aliviarte es este humo mortal, poco más, asomarte a la ventana y extender la vista todo lo posible, a lo lejos, al infinito, allí donde yo tendría que haber existido, en algún agujero donde nadie me conociera, ni siquiera yo mismo.

Uno puede maldecir como un auténtico demonio, encararse con la luna y escupir sobre la moqueta, pero, al final, el cansancio tumba hasta al más tenaz de los hombres, y eso fue lo que ocurrió que, como un vagabundo encerrado entre cuatro paredes sucumbí al poder del sueño.

Allí me hallaba, en el centro de mi ser, rodeado de todas las personas con las que me había cruzado y a las que odiaba de forma visceral. Yo les aparté y abandoné aquella concentración y corrí, corrí como si fuera un niño en un vasto prado verde, y todos mis miedos pueriles comenzaron a perseguirme; el temor a estar solo, pero no físicamente, sino en alma, con la sensación de que ninguna persona es capaz de entenderte; miedo a no estar a la altura de este mundo exigente y absurdo, al que venimos como un número marcado por unas reglas que Dios sabe quién ha inventado; debes ser esto, no debes consumir aquello, no te conviene, toma ejemplo, eso ni pensarlo, olvídala, olvídale, no te merece, mereces más. Maldita sea. ¡Silencio!

La única manera de salvarse de la desdicha de vivir es arrojarse al abismo del silencio eterno y eso hice. Adiós, mundo. Adiós, todo lo quisiera haber sido. Y desperté.

Apestaba a alcohol, tenía la boca seca y mi habitación parecía un pulmón saturado de tabaco. Abrí la ventana. El Sol otra vez ahí, y todos ellos. Este mundo hostil aguarda otro día para mí. Como esclavo, como verdugo de mí mismo. Adelante pues. Vivamos. Suframos.



https://www.youtube.com/watch?v=icJw9HXXoXA
Polaris05 de mayo de 2017

4 Recomendaciones

2 Comentarios

  • Princesa_leia1976

    Jopelines, que manera de escribir los dos, y la manera de cuadrar ambos pensamientos, me ha gustado muchísimo.

    05/05/17 11:05

  • Sabina

    Sin duda no tiene nada que envidiar al capitulo de una buena novela negra.
    Los dos estáis geniales.

    06/05/17 05:05

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