UNA ULTIMA LÁGRIMA QUE DERRAMAR

UNA ULTIMA LÁGRIMA QUE DERRAMAR





A mi hijo:






Todo turba mi existencia, es la tristeza invadiendo.
Hay una sagita en ciernes, viene en mi dirección,
presiento que tras la noche, cuando el sol despunte
atravesará mi corazón, haciéndolo sangrar sin compasión
más sé, que luego de esta reata, tras el desconsuelo
en un suelo ensangrentado miraré al cielo,
sabiendo que marcho con mi alma llena,
de un conocimiento plagado de mapas,
para llegar a las estrellas de tu firmamento, mi amor.

Debe ser deuda el agasajo de lo infructuoso,
la desolación sin colofón de ser rimador,
de trovar y tararear, sin que se desgaje
la cuita sin par de la vida.

Dar y querer dando dar, esa es mi emblema,
la acometida que extirpa toda esperanza,
topar, sin tener consciencia que los adentros se socavan,
que en al infortunado organismo,
aún tiene una última lágrima que derramar.

¡Absuélveme, mi verdadero amor, si no te señalo!
Fuera de tu coro, ave soy de alas secas.
Hechas de toda la sal de las lágrimas que he derramado por ti.
Ahora no eres una excusa para vivir, eres mi vida.
La expiación y yo pernoctamos a la par.
No dejaré nunca que se acerque, querubín mío, hijo.
Cantarte odas, escribirte versos, eso me da la vida.
Hace que, viva la vida, sin ser un sueño.


En toda la existencia, en todas las andanzas, jamás quise tanto,
como al ser que una vez saque de un vientre,
ahora, entre tus enfados por no hacer sumandos,
por no querer leer cuando nació el redentor,
transcurre mi vida, ya vuelas fuera del nido
más yo aún duermo todas las noche agarrado a tu foto
Me indago. Estoy aún en el horizonte lejos de mi mirada.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.