Anoche soñé, bendita ilusión que volvía a la niñez.En el sueño me encontraba en la gran explanada junto al parque, aquel que tantas alegrías disfruté jugando.
Llamé a mamá, pero no me contestó, cuando volví a mirar, vi que todo estaba abandonado, la casa, la parra que en su día diera tan buenos frutos, las puertas estaban desvencijadas; todo como si una fuerza sobrenatural hubiese retorcido aquellas vivencias.
Al principio me extrañó, pero luego comprendí, al ver a mi buen amigo Vito jugueteando a mi alrededor y recordé que había sido llevado al sueño eterno hace unos años, entonces me dí cuenta, la luna sabe jugar con la imaginación, hasta con la de una persona que duerme.
Callé un momento, pensé:¿ los ausentes nos estarán viendo ahora mismo?,¿ vigilarán a los vivos?.
Tragué saliva y clavé mis uñas en las palmas. !Qué dolor sentí! Como la siento a ella, aquí a mi lado y no la puedo ver.
Sonrio con esfuerzo, la miro sin estar, le digo:! Mamá cuanto te quiero!
y ríos de agua salada desbordan mis ojos y recorren toda mi faz.
Sueños así son bastantes amargos pues resucitan épocas felices con seres queridos que no te acompañan más, he tenido algunos que resucitan partes de mi vida volviendo una tortura esos felices días.
Gran relato Regina.