Caminando por entre las calles llovidas, se le ve marchar, y no son lágrimas lo que recorren su rostro, si no la lluvia que le dice adiós.
-Yo ya no pertenezco a este lugar
-de entre la multitud fantasmal, es esto lo único que se logra escuchar.
Vagando sobre su alma sin palabras, camina hacia las eternas colinas fantasmales de las que no volverá.
-Y sin decir adiós es como se va - se escuchan los murmullos salientes desde las casas que nunca le dirigieron una palabra - no volverá, ahora que se va, no volverá.
Y cruzando el portal de los condenados, su cuerpo es manchado con sangre y olvido, sin el dolor de la perdida, porque ya no tiene que perder, pero continua caminando, como con el alma ida, con su mirada fija en la nada, y sus manos heridas intentando sostenerse de las manos que lo sueltan, en medida que se aleja...
-Tu nos abandonaste, y nosotros te abandonaremos a ti, porque si eras de este mundo...y ante tu decadencia, escapas de las palabras de los demás, de sus versos y consejos, porque no te viste alentado, si no abandonado y hasta quizás olvidado, pero seguías siendo de acá...Tu cuerpo se aleja, y el nuestro te deja... ya no te deseo más, que no nos vuelvas a recordar...
-Adiós a todos...este ya no es mi mundo...yo ya no pertenezco a este lugar, mis versos no son más que palabras de nadie, mis cuentos, no son más que las memorias que no volverán...
Y tu condena te posee, te poseerá, aun cuando te vayas de este lugar, tu condena te seguirá, tus palabras silencian y tu alma callará, porque te has escapado para no volver a hablar...Tu condena te seguirá, porque fuera de este lugar...tu no podrás volver a hablar...