Piel Perdida
He aquí que me encuentro
viviendo en bosque ajeno,
entre grandes arboles grises
ensuciando el paisaje nuevo.
Grandes arboles hablando
de caminar sin piernas ni pies,
quieren ser llevados por hormigas
que nunca se cansan de roncar.
Loros que habitan en esos árboles
pierden su pico por ramas clavadas en el suelo,
pero les son dados dientes, mitad sol, mitad luna,
porque sienten el derecho de hablar al cielo desplumado.
Y creen que las plumas que caen del cielo son suyas,
no han visto que son de colores y ellos los han perdido
por dormir tan lejos de la tierra blanda.
Loros tontos, ni volar recordais y os sentís con el derecho
de hacer vuestro el aire con alas de camaleón.
Os llamaré locos, no loros, miraré hacia arriba
y os confundiré con motas de polvo soñando con no ser llevadas.
Y me llamaréis loco, pero no perderé ni un ápice de cabello,
no cambiaré mi piel por vuestras plumas
ni recogeré vuestros picos para volar.
Quedará el rastro de huesos transformados en escritura,
me desharé por el camino que vosotros creeis volar
y que no veréis desde la altura.
Y al final del día,
cuando la noche os castigue con silencio y oscuridad,
sentiréis a una luna de hueso caer.
Pero no la veréis, no la veréis...
Porque ella tiene pies de plata y petrea piel.
Solo veréis cabellos que confundiréis con hilos de agua
que no podrán curar el amanecer de vuestras gargantas.
