TusTextos

Diario #1

Martes, 24 de diciembre de 2019

Joder, yo ya estaba acostumbrado a la soledad. Pero entonces vino M. con ese cuerpo de supermodelo y esa sonrisa perfecta de anuncio de Vitaldent y me dijo que me daba cariño porque quería. Y una mierda. Pero como le he dicho hoy a C., tampoco pasa nada: está bien que me hagan putadas, porque así puedo dar pena sin mentir y manipular a la gente dentro del margen de la moralidad. Aunque la moralidad siempre me la ha sudado bastante.

M. hace eso que todos los tíos mayores que tú hacen: "mira qué masculino, qué protector, qué fuerte, qué poderoso soy. Ni siquiera sé si tienes daddy issues, pero tienes 19 años y yo 25, y quizás la diferencia no sea muy grande, pero tengo la fuerza suficiente como para inmovilizarte por las muñecas mientras te follo, y sé que eso te encanta". La eterna dualidad entre tenerle miedo aquellos que quieren abusar de mí pero entregarme en cuerpo y alma a sus deseos. Al final el único que me convierte en un trozo de carne soy yo mismo.

Pero es que yo ya estaba acostumbrado a estar solo, a pesar de que buscara incansablemente un salvador de mis traumas infantiles en tinder y en grindr. Guau, una ciudad nueva, aquí no me conoce nadie: puedo ser quien yo quiera. Y quien yo quería ser es un twink bastante hipersexualizado que, paradójicamente, no buscaba sexo, pero que si es lo único que quieres se autoengañara para dártelo y hacerse creer a sí mismo que en el fondo sientes algo por él.

Entonces vino M. y me dijo que qué guapo era, que qué cuerpazo, que qué ganas de follarme. Y yo le dije que cuando tenía dieciséis años abusaron sexualmente de mí y él pareció no entender y entonces yo pasé de su puto culo porque qué bueno está el hijo de puta, pero vaya subnormal. Quién me iba a decir a mí que los subnormales saben perfectamente por donde cojeamos aquellos necesitados de cariño como yo, y qué polvazo echamos la primera noche, pero qué abandonado me sentí los días siguientes. Allí entre sus sábanas de estudiante, en aquel cuarto tan pequeño y destartalado donde de inmediato comprendí que no era pijo de verdad sino que se lo hacía, recibí una lluvia de cariño que cuando cesó de repente a la mañana siguiente sentí como si me hubieran arrancado todo aquello con que habían llenado el vacío de mis carencias emocionales.

Pues vaya gilipollas fui porque volví a él. Varias semanas más tarde lo vi y le dije que perdón por haberlo evitado tanto pero que por si no lo había notado estoy bastante jodido. Y el me mintió y me dijo: puedes contar conmigo; quiero ayudarte.

Sorpresa: lo único que quería era volver a follar.

Vaya tonto, pero más tonto fui yo por culparlo. El problema no está en él: no es que me estén utilizando y ya está. El problema es que estoy vacío de cariño romántico por dentro y hasta que no lo solucione los gilipollas como M. van a seguir abusando de mi sin problema.

claro, yo no quería ver eso, o acaso no podía. Entonces volví a su casa e hicimos el gilipollas y empezamos con el jugueteo hasta que acabamos en la cama. Yo me sorprendí intentando satisfacerlo, pero también me preguntaba: si disfruto haciéndolo disfrutar, qué problema hay? Aún tengo esa duda. Cuando terminamos dormimos abrazados y le dije que al día siguiente lo echaría de menos, con el claro objetivo de oír un "yo también", pero él sólo se rió y ya está. sé que lo hizo sin mala intención, pero aquello significaba que él a mí no me echaría de menos: que él es independiente y no necesita a nadie, que él ha viajado muchísimo y ha estudiado en muchas ciudades, que su única casa es su mochila y su puto ego enorme que no le cabe en esa habitación de mierda que le cuesta 180 pavos al mes; y, por supuesto, que no había hueco para mí en todo aquello.

Entonces empecé a llorar. Y qué patético llorar en la cama de un tío que no se lo merece.
Scissorsdays24 de diciembre de 2019

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