Estaba recostado en la cama, el reloj marcaba las 9:00 AM y como de costumbre a esa hora iniciaba la nostalgia.
El día anterior, es decir 24 horas antes, me encontraba en la misma situación y con la misma sensación.
Un día... un amanecer y un ocaso, comienza el día, comienza la noche... y yo sigo aquí.
Cómo medir el tiempo con presición y por qué hacerlo.
Me frustro cada mañana, me frustro cada noche y cada vez que pienso en la vida que se lleva aquí.
Las cosas que otorgan sentido son tan inestables como la marea y me mecen a su voluntad.
La libertad escasa aquí ya me está asfixiando, prepotencia por los poros e ira por la lengua, el músculo corto y débil que puede destrozar sin mucho esfuerzo.
Océano bajo la mirada, eterno, tanta debilidad, estoy desnudo ante el ojo del mundo que me quema el alma cada vez que pasa por aquí.
Anhelo la tranquilidad de la lejanía, anhelo el desprendimiento natural, anhelo que el anhelo se vuelva tan grande que deje de ser anhelo y sea mi realidad.
