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El Campo de Los Ausentes

Angelines como cada último viernes de mes acabó de limpiar la lápida del señor "Carlus" en el cementerio del noroeste, dos enormes jarrones flanqueaban la sepultura, cambió las secas margaritas por unas rosas blancas que acababa de comprar en la tienda de flores y tras santiguarse se alejó en dirección a la salida. Era una mujer creyente, de misa semanal y temerosa de Dios, por eso siempre tenía una oración para el señor “Carlus”, patriarca de la familia a la que servía. Carlos Montasell i Figueres, que fuera durante los años 30 presidente de la Asociación de Empresarios Textiles de la provincia, y concejal de hacienda del ayuntamiento de una pequeña ciudad industrial, resultó detenido durante los primeros días de la guerra civil, acusado de colaborar con los golpistas y salvajemente asesinado sin juicio previo por unos milicianos anarquistas de la CNT en la carretera de Les Aigües. Una vez terminada la guerra civil las fuerzas vivas (nunca mejor dicho) de la ciudad le tributaron un caluroso homenaje póstumo, y mediante una colecta entre los empresarios de Barcelona, se costeó aquella preciosa sepultura en uno de los parajes más tranquilos del cementerio; su hija, la señorita Leonor, había dado instrucciones a Angelines para que una vez al mes limpiara y arreglara la tumba de su padre, labor que venía cumpliendo desde hacía más de cuarenta años.

Al finalizar la semana Angelines regresaba al pequeño pueblo que le vio nacer; igual que hacía todas los viernes cogía un autobús de la compañia Hispano-Igualadina cerca de la estación de Sants, después de tres horas de viaje le dejaba al pie de carretera en un lugar indeterminado del Pla d´Urgell, tras lo cual caminaba otra media hora hasta llegar a su casa.

Angelines al llegar al “camp dels ausents”, una pequeña franja de tierra sin cultivar a un kilómetro de la entrada del pueblo, se detuvo y sacó el pequeño ramo de rosas rojas que llevaba en la bolsa, las depositó junto a una pequeña cruz de hierro al borde de la carretera y rezó un padrenuestro con lágrimas en los ojos. En un lugar indeterminado de esa franja de tierra se encontraba enterrado su padre, sacado una madrugada de la cama cuando ella tenía tan solo ocho años por un grupo de falangistas que habían llegado al pueblo desde Lleida la misma tarde de su muerte, reclamados por el nuevo alcalde para detener a los rojos que no habían huido tras la derrota. Junto a su padre Benavent Camarasa, alcalde socialista desde que ganó las elecciones municipales en el año 1931 hasta la entrada de las tropas del General Franco, también fueron detenidos Isabel Doménech la maestra del colegio y otros tres campesinos afiliados al partido comunista; llevados de noche hasta ese lugar fueron obligados a cavar su propia fosa, fusilados y enterrados. Durante años nadie osaba acercarse al lugar, la vegetación fue cubriendo el terreno pero la memoria de los habitantes del pueblo dejó sin cultivar el “camp del ausents”.

Este año a Angelines le han dicho que un grupo de voluntarios pertenecientes a la asociación para la memoria histórica han solicitado permiso para buscar los cuerpos de su padre y de las otras cuatro personas enterradas. Está contenta, por fin podrá dar una sepultura cristiana a su padre, a quien la guerra y el odio de cierta gente se lo llevó una noche de enero del año 39 como al “senyor Carlus” unos años atrás, está feliz pese a la oposición de algunas personas del pueblo, entre ellas Carmelo Guitard hijo de quien fuera el alcalde que sucedió a su padre y el propio párroco que en el último sermón tildó a quienes querían remover la sangre de los muertos de hijos de Satanás, mirándola fijamente a los ojos.
Sparrow26 de septiembre de 2008

2 Comentarios

  • Voltereta

    El clero siempre metido en pol?tica, no falla. Una gran ley la de la Memoria Historica, para honrar a uno ciudadanos que murieron por mantener unos ideales, a?n a costa de perder su propia vida, en el intento. Es hora de cerrar la vieja herida, pero sacando a los muertos a la luz, alejandoles del olvido y dignific?ndolos como seres humanos, que entregaron su vida por una idea.

    Me cal? muy hondo tu texto, todav?a se pueden ver las dos Espa?as
    en ?l.

    Un saludo.

    26/09/08 08:09

  • Igruher

    Lamentablemente volvemos a ver las dos Espa?as. Yo ten?a un antepasado que era de derechas y fue asesinado por un primo suyo que era de izquierdas. Cada vez que me cuentan esto (afortunadamente ya menos porque las personas que lo vivieron se van muriendo)me produce una tremenda tristeza y paradoja: ten?a familiares en los dos bandos, como casi todos nosotros (estoy convencido). Las guerras son muy tristes y muy injustas. Se mata con licencia y muchas veces sin motivo aparente, simplemente porque "me ca?a mal". Y eso ocurri? la mayor?a de las veces en nuestra desafortunada guerra civil, promovida por unos para ganarla y desencadenada por otros que la ganaron . Repito es muy triste e injusto lo que ocurri? pero all? nadie fue inocente o m?s inocente que el otro. Todos fueron culpables, incluso alguno que todav?a vive y jug? un importante papel en una de las m?s crueles matanzas de la guerra. Los episodios desafortunados y desagradables de la historia deben servir solamente para que las futuras generaciones no vuelvan a cometer los mismos errores, y no para levantar de nuevo rencillas entre los hombres. Creo que hay leyes que no deber?an de existir, sobre todo si son aplicables a unos y no a otros. Las cosas que se deben hacer para recofortar a familiares, se deben de hacer sin m?s y no dando propaganda y bombo. Y que yo sepa, eso se lleva haciendo dede el comienzo de nuestra democracia. Olvidemos las guerras y las rencillas por favor. El odio genera odio y el amor genera amor. Apliquemos esto ?ltimo.

    27/09/08 12:09

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