¿te Has Hecho Esa Pregunta?
Otra vez vuelvo a despertarme de golpe, abro los ojos y la luz me quema las pupilas.
Una electricidad punzante me convulsiona el tórax, como un desfibrilador, un motor que al final no arranca, que me envasa al vacío, desde el diafragma hasta las cuencas de los ojos.
Mi garganta es una percha, en la que cuelgo la boca de mi estómago y se me enredan los pulmones.
Hay días en los que me pregunto si tú también te despiertas hecho un nudo por dentro,
si alguna vez nos habremos pensado a la vez.
Se tensan los músculos que rodean mis vías respiratorias y se vuelven milimétricas.
Otra vez me ahogo, es como caerte al fondo del océano, en medio del Ártico, con yunque atado al tobillo, solo que por dentro.
Me inundo.
Me inundo de frío.
Y en hielo ramifica hasta mi último vaso sanguíneo.
Pero despierto, despierto de golpe otra vez,
abro los ojos y la luz me quema las pupilas.
Una electricidad punzante me convulsiona el tórax,
un motor que al final no arranca,
que me envasa al vacío, desde el diafragma
hasta las cuencas de los ojos,
que como ollas a presión, hierven estalactitas y me cicatrizan las mejillas.
Y jamás paré de preguntarme cosas.
Si en algún momento también te ha dolido así.
Si en algún momento algo fue real.
Un electroshock sobre la clavícula derecha, la descompresión del corazón.
Un portazo sin respuesta y la descomprensión sin razón verídica.
Mi cabeza aplastada y plasmada en un cuadro de Leonardo.
Oleo sobre lienzo.
comisuras que se esguinzan al caer en la tristeza.
Un despiste que se cura,
Cuando vuelves a sentir calor.
El calor que merezco.
El que no te quema.
Pero te sonroja.
Y te pone bonita
Pero para eso no hay que volver a mirar atrás nunca.
Y yo ya no miro.
¿Al final quién no se enamoraría de mí?
¿También te has hecho esa pregunta?
En fin.
Un gilipollas se enredó en mi hilo rojo del destino.
