Me siento tan ridícula abriendo mi corazón a quien no lo merece, tan estúpida por dar todo de mí, tan gilipollas por haberte querido, por haber dejado que me destrozaras, y me siento tan imbécil por no saber por donde tirar ahora, leo todo lo que te escribí y me doy asco, porque no te lo mereces, no lo mereciste nunca, no mereciste que me entregara a ti de ninguna de las formas, paso de autoengañarme que parece que es lo que mejor se me da, paso de mentirme más, de repetirme mil veces que eras bueno, no eras bueno, ni lo serás ni para mí ni para ninguna, maldigo el día en el que apareciste en mi vida, con esa máscara esa sonrisa hipócrita, que es lo que eres un puto hipócrita, hablas de bohemios y de mierdas, cuando lo único que eres es un despechado de la vida que no sabe lo que cojones quiere y marea a los demás, eres un niñato, perdiste todos los puntos, y ahora te odio, no puedo mostrarle indiferencia a alguien es algo que no va conmigo o te quiero mucho o te quiero lejos. Y créeme que a ti te quiero como el sol a 149.600.000 km de mí.
Porque me dueles.
Porque no quiero sufrir más.
Porque bastante he pasado.
Porque tengo corazón, pero ante todo cerebro.
Y estoy harta.
Si hace falta meterme en una coraza de hierro blindando lo haré, pero estoy harta de vivir el dulce amor, porque luego viene lo amargo, y el café solo no me gusta.
Así que muérete si quieres.
Arráncate de mí como sea porque yo no puedo, vete lejos, escóndete bajo el mar, con una piedra de 40 kg atada al tobillo. Y lárgate, lárgate ya de mí porque me consumes.
Haces que me salgan canas, y arrugas, que solo quiera comer y dormir, que me den ataques de ansiedad, que duerma de día porque por la noche soy incapaz.
Me haces de todo.
De todo lo malo.
Y te culpo a ti.
Porque así es más fácil.
Porque culpar a otro, siempre te hace sentir menos culpable.
