Nada, no tengo nada que escribir, es el día que la imaginación no se encuentra, y se llena de ruido
tu cabeza, que la pasión por escribir, se vuelve un gran bostezo que te deja con los ojos empañados
...
No me ayudes a construir un puente
sino a cruzar el río.
En la otra orilla, con mi voz,
cantaré la canción tuya.
Y será nueva esa melodía
coordinando los sonidos más antiguos del mundo.
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