Los crujidos de los muros vocalizan amenazas,
sábanas de madera machacan huesos
ya sin caldo, ya sin médula.
Ejércitos de larvas penetran en tropel
en las abiertas vísceras,
vuelven a la Madre, a la placenta.
Han de cumplir entera su misión
antes de volver a la tierra.
Acechan rostros de niños monstruosos,
todos me están viendo, de todo se enteran;
Conspiran contra mí, revientan mi cabeza;
Derriten mi cerebro como si fuera de cera,
solo se resisten los callos de mis venas.
Se pierden en el olvido los sueños,
que hoy son pesadillas,
y las pesadillas, ciertas.
Comer, dormir, amar, cosas sencillas
que antes anhelaba con todas mis fuerzas,
ahora son divagues, estúpidas quimeras.
Bailan las lámparas, las paredes oyen,
sangran los retratos, y las sillas, y las mesas,
y grotescos monstruos habitan los rincones.
Todos me persiguen, me atormentan,
los razonamientos son ausencias.
Entre las baldosas brotan enemigos,
matar y morir son mis únicas querencias.
Vuelta a la anormal normalidad,
vuelta al dolor, al tormento, a mi esencia,
al peligro de un razonamiento cuerdo,
a recobrar en un instante las fuerzas
devorando con pasión amantes mudas
que consiguen tercamente con su beso
devolverme de nuevo a la locura.
http://fgtanito.blogspot.com/
pfffff...!!! cada paabra fue como una bofetada a la cara: cruda, rápida y dolorosa.
me ha encantado tu escrito la verdad. Saludos!!