Tengo envida de tu teléfono, apoyado mientras hablamos, en el lugar que otras veces yo suspiro y me deshago. No es mi mano la que sujetas entre la tuya, mientras miras una puesta de sol, sino tu teléfono. No es mi pecho el que acercas al tuyo cuando guardas el teléfono en el bolsillo de tu camisa. No es mi espalda la que acaricias inconscientemente mientras esperas a que llegue el autobús. No es mi rostro el que ojeas de vez en cuando, para ver si hay alguna llamada perdida. No es mi cuerpo el que descansa al lado de tu cama en estas noches separados, sino tu móvil, que te observa en la oscuridad, igual que yo lo hago cuando duermes junto a mi. No es mi dulce voz la que te despierta por las mañanas con suavidad, sino tu teléfono entonando alguna melodía enlatada. No es mi cuerpo lo primero que tienes entre tus manos al empezar el día. Tengo envidia de un teléfono y a la vez sé que es la única forma de decirte que te quiero, aunque una vez más, no sea yo quien susurra en tu oído, sino tu móvil quien te lleva mis palabras. ¡Qué absurdo, pero qué cierto!!!
La tecnología se empeña en poner barreras entre las personas y lo peor es que parece que a la gente le encanta, será porque ni los teléfonos ni las pantallas hacen reproches?
Uy, gracias a todos, la verdad es que me pareció algo un poco simple, pero es tan real, que decidí compartirlo con vosotros. Me habéis animado mucho. Gracias a todos.
Besines.
hola uca! me ha gustado mucho, justamente porque siendo siemple, como tu has dicho, consigues crear una buena parabola...esta bien buscado y denota una sensibilidad que me gusta...
felicidades por este relato tan simpatico