Un furtivo beso en los labios fríos
y la mente perdida en el pasado
olvidado el porvenir en un momento
en sus manos un ramito de malvas
para acompañarla para siempre.
Los versos del poeta triste
surgen de la desesperación
como sus incontenibles lágrimas
le acompañan al sendero perdido
donde pervive la soledad.
Salmos de negras plañideras
sirven de coro enigmático
en los suburbios del desconsuelo
donde habitas desde hoy
en los confines del silencio.
Un vestido de flores es la mortaja
tus ojos negros perdieron el brillo
permanecen desde ayer cerrados
como si quisieran olvidarme
por eso me siento un ser anónimo.
El filo de la guadaña te acarició
pero la mies permanece intacta
como el azabache de tu cabello
tendido a la mirada del neón
balbuceante e inexpresivo.
Un ave de mal agüero lo predijo
avisó de que marcharías lejos
pero no pensé que llegaras
a la laguna Estigia tan pronto
con Caronte sirviéndote de guía.
Voluptuosa la vida que te desampara
no se apiada de su compañera
se marcha rumbo a otro lugar
sin memoria ni recuerdos
dejándonos desorientados.
Es la muerte un viaje singular
donde uno se abandona a si mismo
para por fin dejar de elucubrar
y perderse en abismos insondables
más allá de las propias creencias.
No he de volver a dialogar contigo
sólo en sueños o en estado febril
echaré de menos tu sonrisa
esos labios carnosos expectantes
que descansan ya, bajo la tapa de cedro.