TusTextos

Cinco

Uno. Las damitas en ropa interior, sonrientes y sucias, mirándome a los ojos perversamente, se aproximan con cadencia pornográfica y murmuran en don de lenguas: “Abre belén en mis venas, corta con la boca el mar muerto, sufre tu resurrección entre mis piernas”.

Dos. Un fusil adornado con braguitas de muselina blanca, humeando denso como un cigarrillo inconcluso, reposando en la pared junto a la ventana, entibiando el rincón luego de asesinar un cristiano. Tiene el cañón humectado y refulge viril con luz de luna roja.

Tres. Gritos que no terminan de estremecer la noche tropical. Una mujer blanda postrada en la avenida dura, desbaratando a sacudidas el cadáver de su ex novio. Le visten solamente las miradas infames de los militares. No ha terminado de llorar cuando desde adentro le llaman.

Cuatro. Esgrima sexual. Estoy enfermo. La señora se hartó de contar muertitos y es de la opinión desalmada que a mi pecho le faltan cicatrices. Inhala, apuñala, exhala. Sangro un color triste y tocándome el pito le pido a la vieja que no se olvide de saludar como es debido. Alguien al fondo ríe y luego se arrepiente de haber reído. Me acuerdo de la primera vez que hice morir a una dama.

Cinco. Mis oficiales le desbaratan la cara. Las nenas sufren, se excitan, temen, ladran. La noche da para sangre y lágrimas. Mañana el titular no proclamará nuestros crímenes.
Abrahamsaucedocepeda08 de diciembre de 2011

1 Comentarios

  • Sandalonaranja

    El caso es que te quiero comentar, pero no encuentro nada substancial que decir de tu escrito. Pero me gusta, me arde, me hace viajar e intentar entender. Sería triste no comentar esta belleza sólo por que uno no la entiende, no?

    Felicidades, abrazo,

    Sandalo

    04/02/12 08:02

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