Dios Bendiga Este Hogar
El infierno mantenía en su entrada un cuadro de bienvenida: un nombre santo y una letanía cuya intención era reconfortar a los caídos brindándoles paz y bendición a sus almas inmortales… “Dios bendiga este hogar” se leía concisa y claramente, como mensaje directo de la voz de alguna enérgica esfinge que vela con furia por sus adoradores.
La vista y los demás sentidos se nublaban ya dentro, ese olor nauseabundo que se desprende de la tristeza, esas manos lujuriosas que afloran de la melancolía y tratan de enganchar cualquier resquicio de vida. La muerte yacía sentada en el sofá fumando un cigarrillo, bebiendo un café, esa noche había abrasado a otro pobre insensato que ahora se encontraba dormido entre pesadillas… Una despedida bosquejada en su cuello mancillado por la soga, un grito en soledad escuchado en su última morada, un lugar bendecido por un dios que le eyaculó en la cara mientras se ahogaba.
Toma toda tu fe y a través del fin anda a decir adiós a tu madre, a tu padre y tus hermanos, a tus hijos, a la cual por la que ahora sueñas al otro lado del silencio que cobija tu sepulcro.
Encamínate con el rostro vacío, arrodíllate, suplica su misericordia otra vez en medio de la desesperación, la soga será de nuevo su respuesta. Es su manera de manifestar amor, el amor de un sadomasoquista.
