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Ecos

Llegamos a la entrada de la escuela y ella bajó del auto muy entusiasmada por volver a ver a sus amiguitos. Mi pequeña hermosa, mi ángel.

—¡Vendré por ti a las 2! —Grité, pero ella probablemente no me escuchó, iba tan contenta. Luego conduje al trabajo como de costumbre.

Tuve un turno atareado y gracias a ello me pareció que las horas habían pasado en un parpadeo, para cuando me di cuenta ya era tiempo de ir a recoger a mi niña. Salí apresurado y llegué justo cuando los pequeños salían, entonces esperé a verla entre la multitud, sin embargo, tardaba demasiado, así que, sin más, bajé del auto y fui a buscarla.

No había nadie en el salón de clases ni en ningún otro lugar, todo mundo se había ido. Fue en ese momento que sentí una angustia asfixiante. Atravesé corriendo el patio central de la escuela mientras gritaba su nombre, mismo que retornaba en los ecos de mi voz entre las aulas vacías. Por suerte al llegar de nuevo a la entrada me encontré con mi esposa.

—¿Está contigo? —Le pregunté muy apresurado.
—Sí amor, todo está bien, vamos a casa.

Me sentí tan aliviado. La abracé muy fuerte, luego miré a nuestra pequeña esperándonos ya dentro del auto.

**********

—Pobre tipo… —Dijo uno de los intendentes de la escuela a otro que se encontraba con él—, la muerte de su esposa y su hija en aquel accidente le afectó demasiado, viene aquí de lunes a viernes a la misma hora, murmura cosas como si estuviera hablando con ellas y se va. El director nos pidió que lo dejáramos en paz mientras no provocara algún destrozo dentro de la escuela.
Abyssos21 de junio de 2022

3 Comentarios

  • Voltereta

    Un placer leerte de nuevo, tus relatos nunca me dejan indiferente y este me ha provocado un escalofrío.

    Un saludo

    25/06/22 05:06

  • Adriel

    Qué alegría leerte por acá!

    09/08/22 03:08

  • Abyssos

    Voltereta, Adriel, un saludo cordial viejos compañeros.

    08/09/22 04:09

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