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Algodón de Azúcar

Esta mañana me he levantado a la vez que se ha levantado el sol. Se insinúa en el cielo con un color suave, rosáceo, anaranjado y coral. Las pocas nubes que hay son como versos del comienzo de una historia increíble y perfecta. Aunque por culpa de los edificios de enfrente no pueda ver todo el cielo, a mí me es suficiente para imaginarme un día de primavera sobre un lago con florecillas y una casita preciosa parecida a los cuentos que nos contaban de niños muy lejana. Estoy echada sobre la hierba que me hace cosquillas en las plantas de los pies, yo la acaricio suavemente y veo una mariposa aletear sus alas que se posa sobre mi dedo, me observa muy quieta pero no se marcha. Sabe que nunca le haría daño y no se equivoca. Veo en el lago unas aves grandes y bellas de color blanco en su totalidad, son los cisnes más hermosos que vi jamás, madre e hijos se bañan en aguas frías mientras los rayos de sol los calientan, se ven tan felices...

¡Qué destellos de luz sobre algodones de azúcar! Pienso en voz alta, justo la mariposa alza sus alas y se marcha diciéndome adiós. Todo a mi alrededor está en perfecta armonía como en una canción de Vivaldi. Entre esos algodones de azúcar, aparecen aves que vuelan unidas hacia algún lugar, pero se posan en los árboles que están alrededor del lago. Pareciera que no hay mejor paisaje en el mundo que este, la paz y la tranquilidad reinan en este lugar. Los animales no me observan de forma extraña, aun siendo la única humana aquí, saben que vibro en la misma energía que ellos y que jamás les haría nada malo, y en agradecimiento, me dejan observar la belleza que poseen. Me relajo tanto que me echo a dormir en esa almohada verdosa y me sumerjo en el interior de esa tierra virgen convirtiéndome en parte de ese ecosistema para siempre.
Chicamacabra03 de febrero de 2022

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