TusTextos

Querido Cerebro

Querido cerebro:
Sé que no quieres oír de mí, sé que no quieres hablar conmigo, ni siquiera escuchar el susurro agónico que me está destrozando por dentro. Sé que te ignoré, sé que te menosprecié y que te hice sentir en un segundo plano y lo lamento, pero por favor, permíteme explicarte las razones por las que empezó mi tormento:
¿Recuerdas aquella etapa de nuestra vida? La tristeza se apoderó de nosotros, cerebro, la depresión nos acechaba en cada esquina y las ganas de vivir se nos escapaban entre los dedos. Caminábamos solos, sin rumbo, tratando de mitigar el profundo dolor que nos asolaba, que nos quitaba las ganas de seguir caminando, pues la existencia, querido amigo, es tan efímera que ni el canto mismo de los dioses puede paliar el paso del tiempo. Las luces se iban apagando a través de un túnel profundo cuya única salida era la muerte, la real, quiero decir, pues tú y yo ya estábamos muertos por dentro y aguardábamos que la Parca viniera en nuestra busca. Sé que lo recuerdas, pero sé que recuerdas también que un día, mientras tú y yo sesgábamos nuestras últimas fuerzas tratando de escapar de tan infame tortura, apareció una luz, en un principio ínfima, como un destello, pero lo suficiente como para vislumbrar lo que parecía ser una salida. Esa luz se fue haciendo con el paso del tiempo cada vez más y más potente, hasta que las cenizas de lo que yo fui un día volvieron a encenderse y volví a sentir esa sensación de calidez, esa extraña felicidad que antaño había tenido pero que al llevar tanto tiempo en ese túnel infecto no recordaba. Recuerdo que tú me advertiste de que no me confiara, de que la oscuridad acecha en lo más profundo de nuestro ser, que no podía cegarme esa extraña calidez que yo tanto echaba en falta& Pero cerebro, no te escuché, me dejé guiar por la felicidad, dejé que esa luz iluminara mi camino y traté de arrastrarte conmigo, por un momento lo conseguí y ambos salimos poco a poco de ese túnel que, ahora, parecía haber sido tan solo un ahogado suspiro. Lo siento mucho, querido amigo, me equivoqué, me cegué, no pensé, me entregué completamente y le enseñé la yugular al lobo. Terminé destrozado, cerebro, terminé partido en mil pedazos, con una sensación de vacío existencial y profiriendo un llanto ahogado, deseando la muerte que, antaño, tan cerca de mí había estado. Nadie vino a ayudarme, se esfumó esa pequeña luz por la que antes habría dado mi vida entera, la oscuridad me tendió los brazos para volver a su lado y acepté mi destino, viejo amigo, pues ya no quería vivir y me resultaba indiferente volver a aquello de lo que con tanta ansia había escapado. Sé que tú también saliste mal parado, que te culpabas por no haber dado un toque racional al éxtasis en el que ambos habíamos entrado, que tenías que haber pensado& Sé que no me lo has perdonado, pero quiero que sepas que a día de hoy, aun cansado y agotado, no me arrepiento de lo que pasó, pues creo que un instante de felicidad es más poderoso que toda una vida de desdicha.
Querido cerebro& perdóname por todo lo que te he hecho, por haberte vejado e ignorado, por hacer que cayeras en el mismo abismo en el que yo me había precipitado. Lo lamento, pero, por favor, entiende que en cuestiones del corazón, no es el raciocinio el que habla, sino la afección.
Atentamente,
Corazón
Escritosnotananonimos17 de julio de 2018

1 Recomendaciones

Más de Escritosnotananonimos

Chat