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Al Fin

Salí al balcón y dirigí la vista a la calle.

Respiré aire. Cerré los ojos, dejando que el suave sol de invierno me acariciara la piel.

Sonreí.

Sí. Al fin.

No sé por qué se me vino a la cabeza aquella parte de "Luna Nueva", el libro, en la que Bella se pregunta qué habría hecho Julieta en el caso de verse rechazada. Claro que habría podido salir adelante. Los amores son ilusiones mentales.

Casi tuve que retener las ganas de carcajearme. "No te rías, la gente que te vea pensará que estás como una cabra".

-¿Acaso no lo estoy?-me pregunté a mí misma en voz baja.

Yo tiempo atrás, DÍAS atrás, me sentía igual que Bella. Rechazada. Triste. Vacía. Dolida. Dueña de un príncipe gris que había disfrazado de azul. Perdida en mares de gente ingrábida que deambualaban a mi alrededor, me hablaban, me veían rara, apartada, seria... ¿Cómo pude dejarte cambiarme tanto?

Mis amistades me decían, sobretodo estos últimos días, que estaba cambiada, que ya no era la que siempre fui. Que querían tenerme de vuelta. Que NADIE valía lo suficiente para estar como yo estaba. Cuánta razón...

Ayer descubrí que podía seguir con mi vida perfectamente sin tenerte a ti. Claro, no es lo que hubiera querido, pero sí lo que necesito.

Tú eres como el azúcar para los diabéticos. Matas. Y para vivir necesito el olvido, eso que ya me llegó sin buscarlo.

Cuántas veces traté de alejarnos y sacarte de mí, cuántas veces lloré por no ser capaz de hacerlo y herirnos en el intento... Cuánto tiempo perdido...

Miré tu asiento vacío, lo miré y, de pronto, recordarte ya no dolía.

Descubrí que borrar tus mensajes de mi móvil no era tan catastrófico como parecía y que no necesitaba tu fotografía o tu sonrisa para tener un buen día.

Que ya no me mataba ver tu silla desocupada, ni ver cómo la ventana del chat no se abría.

De golpe y porrazo vi que ya no miraba el móvil a cada minuto buscando esa luz encendida que nunca se iluminaba. No.

Me sorprendí mirando tus fotos con otras y riéndome de la cara graciosa y alegre con la que aparecías en todas.

Cariño. Sí. Podría decirse que el amor que te tenía bajó a la categoría de cariño. Ahora sí podré decirte sinceramente que eres mi hermano, sin ningún sentimiento oculto detrás.

No es que haya encontrado un clavo que sacara el tuyo de mi piel, simplemente creo que maduré, que pasé página, que dejé de leer lento intentando que esto no se acabara...

Después de casi 4 eternos años por fin asumí que tú no eres para mí. Que todas las preciosas palabras que soñé oír de tus labios serán escuchadas por otros oídos.

Que los besos que tanto deseé rozarán otra boca, la misma boca que corresponderá tus besos, tus palabras y tus canciones románticas.

La mirarás y sabrás que estás completo. Y yo miraré a mi hermano y sabré que está feliz, siendo yo feliz también.