Nunca olvidare esa noche de hace tanto tiempo, cuando descubrí el verdadero color de un alma feliz y su alucinógeno efecto. Fue un día cualquiera, sin planeamiento ni reforma estaba tirado en el sofá observando a detalle la televisión apagada, sumido en mis pensamientos. Por la noche me enviaba mensajes de texto con la chica que siempre había amado, embravecidos mis pulgares pallando a diestra y siniestra aquellas encantadoras lineas. El tiempo transcurría y seguía allí, preso de un aparato que jamas había captado mi atención, hasta ese momento, la madrugada no tardo en hacerse presente y abrazarme con su manto infinito. La conversación solo avanzaba hacia todas direcciones, no respetaba tema ni juicio, solo eran millones de palabras desplegadas cual obra de arte divina. Así en su simpleza tras tres mil mensajes de texto la realidad de esa conversación se distorsiono y el tema paso a ser la importancia que tenia en su vida, al momento de leer aquellos párrafos que se extendían a lo largo de esa diminuta pantalla, no pude hacer mas que lagrimear, aquella estaba siendo la primera vez que con toda fuerza de ley estaba confesando estar enamorada de mi, aun siento el palpitar acelerado de mi corazón y mi respiración entrecortada, ni siquiera estaba viéndola, pero la sentía allí, en frente de mi ruborizada con esa fina capa transparente que recubre nuestros ojos cuando el alma quiere decir algo. Todavía puedo imaginar lo inmensamente feliz que eso me ha hecho, a lo largo de los años.

"La primera, la única y la ultima"

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