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El Piano Sabe Algo que tu No (capitulo 11)

Capitulo 11. Adicción a las alucinaciones.


¿Que hizo mal? ¿Lo que hace ahora es lo correcto? Nadie le dijo que lo que hacia estaba mal, ni tampoco le aplaudieron por estar bien, denle una razón para que no lo haga ahora. Repróchenle cada uno de sus actos, no pueden ¿cierto? ¿Por qué? Porque son unos idiotas que nunca se dieron cuenta de lo que realmente le pasaba, porque jamás se dieron a la tarea de escucharlo, de comprender las miles de preguntas que se arremolinaban en su interior, buscando una manera de salir, pidiendo ayuda a gritos; gritos que no fueron escuchados.
Mentiras, de eso vivimos ahora, miéntele a él, imposible; miéntele a tu madre, imposible, un pecado; miéntele a todos los demás, adelante, ellos lo han hecho, tienes todo el derecho. Miente hasta que se cansen de ti.
Estas enfermo, si, pero no de lo que todo el mundo cree. Es mucho peor.
- Gerard, me siento mal.
- ¿Estas bien amor?
- Me duele un poco la cabeza.
- ¿Quieres que llame a un doctor?
- No, quiero que tú me cuides.
- Eso no tienes que pedirlo, siempre lo hago.
- Te amo, Gerard.
No es manipulación, solo dices la verdad, una verdad de la que nunca te arrepentirás, una verdad a la que no le puedes mentir. La felicidad al verlo irradia en tus ojos. Eso no es normal, o eso piensas, todo tu mundo gira a su alrededor, él es tu mundo, tu oxigeno, tu todo.
- Vamos Frankie, hay que salir, necesitas tomar un poco de aire.
- Pero…no podemos… - Bajo la mirada, cada vez que eso pasaba, una pequeña discusión le rompía el corazón.
- No empecemos de nuevo, creí que ya todo había quedado claro.
- Tengo miedo.
- ¿Miedo a que? Frank, yo estoy aquí, no dejare que te dañen.
Una vez mas, dos miradas claras impactándose, caricias escondidas bajo la suavidad de un fino edredón, dos cuerpos moviéndose al ritmo de respiraciones agitadas. Las gotas de sudor recorriendo sus pálidas frentes, lenguas reconociéndose la una a la otra, a pesar de saber exactamente la textura de la otra.
- ¿Cómo es que…viví tantos años sin ti?
- No es el momento de dar una explicación. – Era su destino, recital o no, se conocerían, así hubiera sido de la manera mas bizarra o vergonzosa. Nadie puede evadir el futuro, aunque no sepas lo que pasara. Pero las sorpresas en ocasiones son buenas, en ocasiones no.
Tomemos un ejemplo: el desear conocer al amor de tu vida, es lo que todo el mundo quiere, y cuando eso sucede, las dudas surgen, ¿será él/ella? ¿Tendría que darle una oportunidad? También están los afirmativos: “No quiero que me lastimen”, “no lo se, necesito tiempo”. Cuando lo tienes todo en claro, te sientes pleno, realizado ante una de tus metas. ¿Y que pasa la primera vez que te lastima? Corres a los brazos de aquella mujer que alguna vez juraste, era el amor de tu vida. Por lo menos en ella encontraras un hombro en donde llorar, una dulce voz que te dirá que todo estará bien, unos hermosos ojos azules que te darán seguridad y confianza, una piel blanca que desearas tocar de nuevo, sentirla con tus manos. Unos labios rosas y unas mejillas rosadas. ¡Pero no! Tu verdadero amor es él. Y caíste en su trampa; te encuentras enredado en las blancas sabanas de seda, un bello espécimen como acompañante de cama. ¡Y despiertas! Asustado, parecía todo tan real, sentías todo tan real. Das gracias a Dios, en quien nunca creíste y a quien jamás alabaste porque todo fue un sueño, y a un lado tienes a ese maravilloso ser de cabellos castaños y ojos avellana, con la respiración suave, y la boca hermosamente entreabierta. Rozas sus labios superficialmente, provocando que tu niño, despertara.
- Buenos días.
- Hola. – Te sonríe, y te propones devorar esos labios a mordidas, dejándolos incapacitados para sonreír a alguien mas que no seas tu, pero solo te limitas a rozarlos.
- ¿Cómo dormiste?
- Bien. Y quería…pedirte perdón.
- ¿Por qué?
- Por como me comporte ayer.
- Olvida eso…
No todo es miel sobre hojuelas, siempre algo tiene que salir mal, lo quieras o no. Piensas que todo esta bien, y lo único bien que tienes son tus ojos. Pero has descuidado a tu fiel amigo, quien se encuentra encerrado en aquella habitación, aquel que conoce todos y cada uno de tus secretos; secretos que ni loco, piensas dejar salir a la luz. Algunos son vergonzosos, otros escalofriantes, algunos mas graciosos. Así confiaras en él plenamente, el piano siempre sabrá algo que el no. Y eso te hará sentir bien contigo mismo. Pero no le gustara, no le gustara que le guarden secretos, se supone que entre parejas no hay secretos. Te gritara, tú lloraras pidiendo perdón, deseando no haberle mentido, haberle contado el más mínimo de tus secretos. Y eso no pasara, estas plenamente seguro de eso, confías en ti mismo, y en que tu fiel amigo no dejara hablar a las notas que tus manos dejen salir cuando te encuentres deprimido por algo, teniendo un par de ojos verdes observándote con atención mientras tu le dedicas una de tus piezas. Solo con tu mirada posada en la de él y una sonrisa dibujada en sus rostros, diciendo mas que un te amo…
Jocelyn10 de marzo de 2009

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