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El Piano Sabe Algo que tu No (capitulo 5)

Capitulo 5. Confesiones.


Se llego la hora, Frank bajo corriendo las escaleras de su casa a esperar que el timbre sonara y Gerard hiciera su tan esperada aparición. Se sentó en el sofá individual de su elegante sala, cruzado de piernas, esperando...aun faltaba media hora, pero ya no podía esperar más.
- ¡Voy! Ya voy...
Había subido a su habitación por algo que se le había olvidado, así que tuvo que bajar corriendo de nuevo, casi cayendo, debido a la desesperación que sentía ahora en sus piernas.
-Hola Frank. - Lo saludo con un beso en la mejilla.
- Gerard...
- ¿Listo?
- Si, claro...supongo... - Sus piernas temblaban, sus manos sudaban y tenia esa sensación en su estomago. Estaba más que seguro de que lo que sentía por Gerard era amor, solo necesitaba una señal y caería por completo.
- Entonces vamos. Es un lugar muy lindo, te gustara.
- No lo dudo.
Se subieron al auto de Gerard, el silencio reinaba. Después de unos minutos de camino y de un silencio muy incomodo, llegaron a un elegante restaurante de comida japonesa, favorita de Gerard...y por una gran casualidad, de Frank también.
- Espero que te guste, la comida aquí es muy buena.
- Me encanta la comida japonesa.
- A mi también.
Ordenaron, mientras esperaban su orden, el silencio de nuevo reinaba. Frank quería hablar, pero no sabia que decir o no recordaba como hacerlo.
- Frank...
- ¿Si? - Pregunto algo exaltado levantando su mirada de su vaso con agua.
- Quiero conocerte un poco mas.
- ¿Que quieres saber?
- Lo que tú quieras decirme.
- Toco el piano...
- ¿Algo que no sepa señor Iero?
- Pues...cuando era pequeño, mi mama decía que jamás conseguiría una novia, que un pianista aprendía a vivir por si mismo, sin nadie mas, mas que con el piano...
- Eso fue algo...duro... ¿no crees?
- Tenia 8 años, y es mi mamá, todo le creía, hasta que si no comía mis verduras me demandaría y me meterían a la cárcel.
- ¡Wow! ¡Jaja! Eso debió de haber sido tan...tierno...
- Si bueno...yo...pero después de eso llore e hice berrinche lo más que pude, hasta que me dieron mi helado.
- Eras un niño raro.
- ¿Raro? Haber, cuéntame sobre ti...
- Yo era un niño solitario...mi mama siempre estaba de viaje, y yo me quedaba con mis niñeras, siempre...hasta que un día...mamá llego de uno de sus viajes de "negocios" con Graham...el gran señor Edmund Graham y adorable y pequeña hija Eliza...
- ¿Como lo tomaste?
- Al principio, le grite a mi madre, la insulte...no podía creer que me hubiera hecho eso, si mi papa aun vivía y yo tenia la estupida ilusión de los problemas entre ellos se arreglarían y volveríamos a ser la familia feliz que éramos antes...pero después me di cuenta de que no seria así...
- ¿Y tu mamá? ¿Por que no estaba ayer en la feria?
- Ella...murió...hace 3 años...
- Lo siento, lo siento, no quise...
- Esta bien, no te preocupes... ¿quieres saber como murió?
- ¿No te molesta decirlo?
- No...
- Bien...
- Ella se drogaba y bebía, una noche, mientras estábamos todos en el comedor, esperando que bajara para empezar a cenar, de repente...escuchamos unos ruidos que venían de la parte de arriba de la casa, gritos y cosas que caían y se quebraban... - Frank tenia la mirada fija en Gerard, estaba prestando bastante atención en lo que estaba diciendo, demasiada, había que decir. - Edmund y yo subimos corriendo para ver que pasaba...cuando abrimos la puerta de su habitación, la vimos en el suelo, tirada, con todo el cuerpo rasgado, su cara destrozada y sin manos...pensamos que estaba muerta...Edmund por poco se desmaya...cuando de repente su cuerpo ya sin vida empezó a temblar y retorcerse muy extrañamente y después...¡Frank!
- ¡Ah!
- ¡Jajá jajá! ¿Te asustaste?
- Eso no fue gracioso Gerard. - Dijo en un tono aparentando estar molesto.
- Si, si lo fue...hubieras visto la carita tan tierna que tenias... - Frank se recargo en el respaldo de su silla, analizando el significado de "carita tan tierna" pensaba que en la mas mínima insinuación caería rendido a los pies de Gerard, y lo hubiera hecho de no ser por la mesa que impedía el paso entre el y los pies de Gerard.
- ¿Como juegas así con la muerte de tu madre?
- Ella no esta muerta...
- ¡Peor aun! ¿Como juegas diciendo que esta muerta cuando no lo esta?
- Bueno, perdóname...se que estuvo mal... - El menor gira su cabeza hacia otro lado, si algo odiaba era que jugaran de esa manera. - Frank...lo tomo del mentón haciendo que lo mirara a los ojos. - Perdóname Frankie... - Este lo miro de la manera mas tierna que alguien puede ver a quien ama, Frank cayo rendido, esta vez si, estaba seguro, definitivamente...lo que sentía por el hombre que tenia enfrente...era amor, y no le importaba lo que sus padres pensaran, ni lo que los demás opinaran, el lo amaba...pero...Gerard no lo sabría, seria así: se convertiría en su mejor amigo, en la persona en quien confiaría incondicionalmente, con quien hablar cuando sintiera que ya no daba para mas, tener un hombro en donde llorar y quien lo consolara por las noches, sin un reproche, sin un pero... - Frankie...tengo algo que confesarte, no quiero que después lo sepas por alguien mas y te enojes conmigo por no haber confiado en ti desde un principio...
- Habla Gerard...no me asustes...
- Soy...homosexual... - Sintió su respiración irse junto con su mente, ¿escucho bien?. -
- ¿Es una broma?
- No...no lo es...y perdona si te molesta, entenderé si no quieres hablarme mas...
- ¡No! ¿Como no voy a quererte hablar más? Eres mi amigo...y ¿tienes pareja? ¿Como lo tomaron tu madre y Edmund?
- No, no tengo...y ellos no lo saben, seria un "insulto" para ellos...
- Gerard yo...
- ¿Si?
- ¿Podemos irnos ya? Me duele un poco la cabeza. - Ah...si claro, vamos. - Pagaron la cuenta y salieron. Gerard pensaba que tal vez la reacción de Frank había sido consecuencia de su cometario de tan mal gusto. Mal gusto, el sabia que lo había sido, pero no pensó que le molestaría tanto. - Perdóname Frankie...
- ¿Por que?
- Por lo que dije...se que te molesto, no fue mi intención.
- Esta bien.
- No, no esta bien, lo sabes, lo se...pero bueno, nos vemos después.
- Si.
Frank bajo del auto, no entro a su casa, fue al jardín trasero, ahí tenia su "escondite secreto". Nadie le conocía, nadie jamás pasaba a ese jardín, no dejaba a nadie hacerlo.
En un pequeño rincón, junto al árbol mas grande, tenia escondida una pequeña caja de madera, finamente tallada y con unas formas en relieve bastante interesantes: era un corazón, no el típico dibujado por niñas enamoradas. No. Era el órgano en si, con dos espadas atravesándolo violentamente, un poco mas abajo y mas finamente detallado, el dibujo de tres gotas de sangre. A sus ojos eso era hermoso. Nunca fue considerado raro por eso.
En ella guardaba fotografías, cartas y demás recuerdos de cuando era un niño. No hay nada de interesante en guardar ese montón de objetos, que algún día, quisiera o no, terminarían en la basura, por el mismo.
Removió todas las hojas de papel hasta llegar al fondo, de donde saco un papel rojo... "Recuerda que tu, siempre serás tu, no importa lo que los demás piensen. No temas a mostrarte al mundo tal y como eres. Te dañaran, eso todos lo sabemos, pero tienes que ser fuerte. Valorarte a ti mismo. Espero que algún día encuentres a quien amar y a quien te ame como tu te lo mereces. Te amo, nunca lo olvides y aunque no este en cuerpo contigo, mi alma siempre lo estará."
Recordó cuando su abuela le dio ese pedazo de papel, que de haber sido cualquiera lo hubiera arrojado a la basura. Pero el no, su abuela era el único que ser que lo entendía, no tanto en lo que le gustaba hacer, sino en lo que sentía. Si, toda su familia era de gran apoyo, pero su abuela era diferente. Estaba seguro de que si ella viviera, lo hubiera entendido y apoyado respecto a sus sentimientos hacia ese hombre de bellos ojos verdes.


Jocelyn04 de marzo de 2009

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