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Seiko 3000 - Capitulo 55 - la “gran” Familia Medio de Halaria

Tras ver salir despedido algo por la parte norte del hotel, Salvador y Roberto gruñeron y Cassandra ahogó un grito. Sabían que era Fran y que si no se iban pronto del perímetro de lo acordonado, acabarían muriendo a manos de Víctor.
Salieron con discreción por un punto menos vigilado y se dirigieron hacia el norte por la Calle Gargantilla. Alcoida estaba empezando a recuperar la conciencia y preguntaba lo sucedido. Roberto aún la llevaba entre sus brazos sin problema.
- Te lo explicaremos más tarde, estamos buscando a Fran… - dijo Salvador
- Si le encontramos, le daré una paliza ¡Mira que perder contra Víctor!
- Víctor es fuerte – zanjo Salvador – De momento ni yo me atrevería a luchar contra él.
- Pero… ¡Si le cortases la cara antes! – exclamó Cassandra, fatigada al correr.
- Pretendía ganar tiempo – Explicó el Aimier – Pensé que Fran se evadiera fácilmente de ese tipo, pero acabo de ver que es todo lo contrario… Lo hice – dijo, volviéndose a Cassandra – para pasar al otro lado del pasillo y que los demás me siguierais. No para que el obstinado de Fran, se quedara junto a esa máquina de matar.
Siguieron con paso acelerados en medio de la gran ciudad. Los viandantes se apartaban al ver como un gigante llevaba a una jovencilla en sus brazos y otros chicos, le siguieran suponiendo que la llevarían a un hospital.
- Por allí – dijo Alcoida, débilmente, señalando por una avenida perpendicular a la calle y con menos tránsito. Giraron pero antes de vislumbrar más allá, Cassandra y Salvador se tropezaron con dos tipos y a punto estuvo de volcarse un carro lleno de cacharros inservibles.
- ¡Haced el favor de mirar por donde ponéis los pies! – dijo una voz joven
- Espera… - dijo otra voz, conocida…
Fran se levanto a la vez que Cassandra y, como esta tenía falda, no pudo evitarlo. Sus ojos se le desviaron derechos a… Roberto le propino una patada que le pudo enviar de vuelta al hotel. Alcoida descendió de los brazos de Roberto y atendió al muchacho sucio, del que pertenecería el carro. El joven mendigo rechazo la ayudo y se levanto solo. Alcoida ayudo a su hermano a levantarse porque se dio con una esquina al caer de espaldas. El muchacho vagabundo pregunto a Fran, colgando de una verja cercana.
- ¿Les conoces? – dijo el Dandi
- Son de los que te iba hablando por el camino – contesto Fran yendo hacía ellos.
- Fran ¿De qué conoces a este vagabundo? – preguntó Roberto
- Es miembro de la casi extinta familia Medio de Halaria, Dando Galio Medio. Es como la familia Deltario en esta ciudad. Un pariente más. De los Aimier, claro…
Salvador no lo comprendió la primera vez. En cambio, su hermana, sí. Instó a que se fueran a un parquecillo cercano y allí les contaría la historia correspondiente.
Los Aimier tenían aliados desde que Ramber les liberase de los Sly en La Guerra de los 3 Siglos. En su mayoría eran antiguos descendientes indirectos de la familia que fue enviada al exilio desde los tiempos remotos posteriores a la colonización del planeta y, dado a ello, poseían singularidades. Eran “héroes menores”. Al igual que la familia Deltario en Bahía Cost, fueron perseguidos durante la grave crisis de Sam Fadyd pero con el inconveniente de que ésta familia, los Medio, no pudo partir a Agreste donde toda familia relacionada pudo protegerse y cayeron bajo el yugo de los habitantes de Halaria. Solo resto de un miembro que huyo hacia Vendaval, una ciudad de las montañas, próxima a Halaria. Este miembro dio origen a la familia Medio de nuevo, pero no les fue tan bien como esperaron. Los Aimier Directos nunca les volvió a adoptar como parientes y ni lo volverían a hacer. Y, al no tener protección de los Aimier, poco a poco, su estirpe… fue desapareciendo del mundo.
Pero cuando parecía no haber una continuación, Alcoida siguió hablando.
- Como nunca tuvo apoyo de la familia, nunca tuvo problemas cuando los Aimier sufrieron la crisis de las familias. Así que, el eslabón perdido, se mantuvo a salvo… Hasta ahora.
- Pero no dudaréis de que es un pariente ¿Verdad? – dio Fran
- Tú no debiste enterarte de aquella decisión… eras demasiado joven
- Y tú también. Te llevo 4 años… - replicó
- Pero llevo más de 15 años enterándome de los pormenores de mi familia. Y tú llevas el mismo tiempo dentro de una gruta sin hablar con nadie…
Fran se mordió la lengua. Salvador empezó a recordar una retahíla de viejos recuerdos de sus padres y de sus asuntos. Si ocurrió todo a partir de 2973, quien fuera mayor de 30 años en 2999 se acordaría del infierno creciente en torno a la familia Aimier y sus aliados. El dandi intercedió.
- Espera ¿Me estás diciendo que soy un “pariente”? ¿Un familiar de los Aimier?
- En un principio – dijo Salvador – Tu familia lo era. Pero parece ser que, como nunca pasasteis por el tribunal, no se os pudo considerar como puros “parientes”
- ¿Y eso…? ¿Qué significa…? – preguntó asustado, Dando
- Que no podemos confiar en tu familia…
Se hizo un silencio tenso. Dando parecía discernir entre hablar o huir de allí ahora mismo. Había oído noticias de que un peligroso grupo terrorista que había hecho estallar un Recogedor de Seiko, un helicóptero de ODISEUM en Jamber y, recientemente, habían cortado la Vía Campeona al derribar un avión que les perseguí, además de otros delitos… Y, justo ahora, les acababa de conocer. Eran aimieranos. Los mismos que su abuelo les dio que se habían extinguido por su obstinación y orgullo hacía largo tiempo atrás. Sus mayores perecieron en 2984, cuando el gran terremoto de Industrial, derribo todas las minas de mineral cercanas, atrapando a sus padres y al abuelo, dentro de ellas. Paso toda su infancia internado con su hermana hasta que, al cumplir los 18, su mayoría de edad salió del orfanato con un trabajo. Con el dinero pudo alquilarse un apartamento (en el que seguía viviendo) y traer a su hermana 3 años después. Ella nunca hablo desde la muerte de sus padres y parecía estar contrariada por todo. Solo su hermano era la que la podía controlar un poco, pero sólo, dentro de casa.
- Vosotros sois – finalmente, el dandi se atrevió a dar un paso fundamental – Lo único que tenemos mi hermana y yo. He oído las noticias sobre vosotros y…
Todos se alarmaron y disimuladamente, Salvador cogió su arma de sus bártulos.
- ¡Necesito que nos ayudéis!
Salvador y Roberto se cayeron de la sorpresa. Cassandra y Fran le miraron, alegrados. Alcoida, en cambio y, a juzgar de su expresión impactada, enmudeció.
- ¿Por qué íbamos a hacer algo así? – pregunto Salvador al reponerse
- Si mi familia no es considerada como “pariente”, demostraremos que no lo somos
- Pero, ¿No te das cuenta de que ya fuisteis rechazados?
- Si ahora soy vosotros los únicos Aimier Directos, podréis hacer que las cosas vuelvan a la normalidad, ¿No?
Alcoida supo enseguida que algo no encajaba.
- ¿Tú abuelo no odiaba a los Aimier? – dijo de sopetón
Todos se quedaron más sorprendidos. El Dandi pareció resistir.
- ¿Cómo lo sabes? No me importan los prejuicios de mis mayores y necesitamos de veras, la ayuda. Mi hermana y yo… ¡Somos huérfanos!
Las sorpresas aumentaban con cada línea de dialogo. Alcoida le volvió a responder
- ¡Nosotros también! Pero seguimos unos ideales que vuestros mayores nunca quisieron volver a aceptar. ¡Por eso ya no sois bienvenidos!
De pronto, sintió como un cuchillo le había atravesado el corazón. Vio la cara sádica de Dando y con un sobresalto, volvió en sí. Los demás se estaban yendo. Con él.
- Eh, Alcoida ¿No vienes? ¡Nos vamos a su casa! – dijo Salvador
Alcoida se movió, no tenía ninguna herida y descubrió que lo había soñado por su cuenta. Aquel tío, la había apuñalado, pero, dentro de su cabeza. Sintió un punto de su cuerpo que la advertía de que no profundizase en la “Gran” familia Medio
Keitaro14 de agosto de 2009
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