Impotente, así me siento. Postrado en mi cama viendo a la gente llorar a mi lado, intentando en vano ocultar su dolor. Lúcido pese a todo, consciente en todo momento de mi estado y eso, eso es lo peor de todo. Porque se que no voy a salir de aquí, que esto, que una vez lo fue todo para mi, ahora es mi prisión y mi condena. Es lo que me ata a este mundo que me mira con una compasión que no quiero, solo quiero que me libere, que me deje, que me olvide. Si tan solo dejara de apiadarse de mi, aunque fuera solo un momento, un minuto, un segundo... Me gustaría que los demás fueran conscientes de como me siento, del dolor que desgarra mi alma, que es mi martirio y mi enlace con esto que podemos llamar vida. En fin, quizá no me entendáis, pero ahora lo único que deseo es que la noche caiga sobre mi, poder rendirme a ese sueño eterno que sin duda, sera reparador. Abandonarme en los brazos de la muerte, a la que ahora llamo, porque sin duda, podrá librarme de este dolor.
