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22.20



¿Era yo el problema? ¿Qué era lo que me estaba pasando? ¿Por qué a mí? Preguntas que siempre se hizo ella. Pero que al final tuvo su respuesta. Necesitaba explicar lo inexplicable de lo que había vivido. Mejor dicho, padecido desde hace un tiempo atrás.

Cuando su vida ya había tomado un buen camino, luego de la muerte de su madre, una mujer anciana que murió en un accidente automovilístico, los problemas volvieron al menos para ella, Marianela. Había empezado a ver la figura de la mamá en sus sueños y hasta también aparecía su presencia física. Sus apariciones siempre eran en su casa y al mismo horario nocturno, a las 22.20.

Cuando en sus terroríficas circunstancias aparecería con un largo manto blanco, Norma se pasaba horas y horas hablando con Marianela. Ella, desde sus visiones no dejó de pensar que algo muy fuerte la unía con su madre. Algo mas allá que sobre pasa lo natural.

En la décima aparición de Norma, Marianela habló de su vida amorosa que últimamente había dejado de lado para sólo pensar en su madre y en un “¿por qué tiene que pasarme a mí?”. La madre, le dijo muy segura que eso ya lo sabía, que ella todo lo ve y es por eso que tan sólo le dejó una misión: “Hija, a partir de este momento estarás en paz y dedicada a tu hombre”.

Cuando todo aquello había sido el final a las 23.20, Marianela sintió una tranquilidad en su alma y luego un mar de lágrimas salió de sus pupilas y recorrió su mejilla. En su mente sus ideas estuvieron mucho mas claras que antes, respecto a lo que ella le había confesado a su fiel madre.

Los días pasaron y ella esperaba la nueva aparición de Norma, que la había abandonado sin que ella se de cuenta. Pensaba que sus últimas palabras de aliento no iban a ser las últimas, sino el comienzo de algo mucho más fuerte respecto a la relación con su madre.

La situación sentimental con León, su novio, había mejorado. Los problemas económicos que sostenía ya no los tenía. Los sueños tormentosos, tampoco.

Pero una y otra vez se preguntaba por qué la madre la abandonó. Fue esa misma noche, un 16 de junio a las 22.20, la décimo primera y última aparición de Norma. La visión no duró más que tres minutos. Marianela le agradeció por las palabras que le dijo la última vez y que no había podido contestarle nada. Confesó que su vida había cambiado para bien y todo gracias a ella. Norma se despidió con un: “Hija no estarás sola, batallones de ángeles estarán protegiéndote. Mi misión aquí está cumplida, no te atormentaré más. Debo irme a un lugar más celestial y tranquilo. Te amo hija”.

Nunca más volvió. El recuerdo de Norma, el águila de los cielos como le había apodado ella, y sus apariciones, quedará en lo más profundo del alma de su hija Marianela. Es por eso que todas las noches en el mismo horario, reza por su madre y le agradece el haber aparecido cuando más lo necesitaba.





Trevisano Leonardo
Leito27 de diciembre de 2011

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