Dándole vueltas a la misma idea en la cabeza, una y otra vez, para intentar sacar algo en claro de lo que siente mi corazón, mi cabeza, y mi alma por ti. Y debes saber que no solo te quiero mucho más que a cualquier otra mujer que haya pasado por mi vida, sino que tu manera de estar sin estar y tu característico reír aportan luz a esta vida con tanto desasosiego. Y la carne es débil y el espíritu a veces busca apartarse del camino, porque no miento cuando digo que me da miedo lo que haría con otras mujeres y con alcohol de por medio, ni tampoco cuando digo que pasaría tres vidas enteras contigo, a tu lado, en esta ciudad o en cualquier otra, aprendiendo a ser una persona donde antes había dos.
Hay momentos que no hay versificación posible para expresar algo, y las palabras acaban por quedarse cortas ante tanto imponente juego de sentimientos. Solo es una forma de aliviarme y de repetir por escrito lo que podría decirte a la cara; que estoy cayendo delante de ti, y que no te dejaré de querer porque tú, duquesa, eres la más noble de este reino, y el destino me tortura siempre que pienso en no ser quien soy y largarme con la primera fulana que pase. Y no tengo nada más que decir sobre esto.
