Subí a aquel autobús
sin saber que me esperaba;
tú, turista del sur,
vida y obras desperdiciadas.
Me senté, cerca de ti;
para no llamar la atención,
no diré nada aquí
de lo que dijo mi corazón.
Me robaste la conciencia,
ya no sé quien soy.
Okupa de tu inocencia,
no quieras saber donde voy.
Con mi mirada perdida
por el cristal,
aquí estoy,
recordando
lo que hice mal.
Te veo, pensar,
recordando,
lo que te hizo mi rival.
Naufragas en
un mar de bebida,
y yo bebo el poso
de tu triste vida.
¿Qué me has hecho, querida?
¿Por qué me torturas?
Si sabes que, mis cicatrices
nunca han tenido cura.
¿Qué habrá sido de ti?
Pequeña ilusa
que intenta huir.
¿Qué ha sido de mí?
Ha vuelto la musa
que me hacía escribir.
Lo peor no es
haber regresado
a este oficio;
lo peor es
que haya que hacer
tantos sacrificios.
Sé, de sobra lo sé,
que tu deseo es
morir matando;
hazlo, por favor, bien,
que yo no quiero seguir
recordando.
