Cuando era pequeña soñaba despierta con príncipes azules o en caballeros que venían a buscarte y al oído te susurraban palabras de amor y tú caías rendida sin misericordia.

Después llego la adolescencia, los posters de mis cantantes preferidos repartidos por las paredes de mi habitación, las primeras salidas clandestinas sin supervisión, las primeras miradas y besos furtivos con compañeros de clase, discusiones superficiales con amigas, gritos con los padres porque no entendían nada de lo que me pasaba por la cabeza, primeros amores y lo que hace que te sientas adulta, aunque no lo eres, la perdida de la virginidad.

I después…maduras, o eso quiero pensar. Los príncipes azules y los caballeros te parecen una mentira y los cantantes y la farándula que los envuelve demasiado superficiales.

Yo soy una reina, y por tanto, no dudare en darle calabazas a cualquier caballero que venga con la armadura oxidada. No es que busque al hombre perfecto, ni mucho menos, ni siquiera estoy buscando. Los años han hecho que sea cautelosa, de que mi corazón tiene un valor incalculable, y por tanto, y esto lo digo para todas aquellas mujeres que alguna vez las han dejado en la estacada con el corazón roto y llenas de resentimientos, incluida yo. Que al final la persona que tienes que encontrar tiene que ser al menos igual de maravillosa que tu, porque no te mereces menos.

Tiene que ser una persona que te mire a los ojos con amor y que este ahí cuando todo se vuelva negro y no veas la salida. Una persona que te haga disfrutar, reír, que confié en ti, que cuando te coja de la mano por la calle te sientas totalmente plena porque has encontrado a alguien que te acepta tal y como eres sin juzgarte y lo más importante que te quiere, que te quiere libre.

No digo que todas tengamos que encontrar a alguien, puede que yo nunca encuentre a alguien que me haga sentir así, por eso no hay que olvidar que lo más importante es que una se quiera a si misma i el tiempo ya hablara…

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